Muero por tus besos
varias cuadras de distancia de la cafetería. Nunca podía hallar un lugar c
noche para llegar a su negocio, esperando que el clima
ueñas irregularidades o dudas que se le presentaban durante el d
n que los empleados supieran como controlar sencillos inconvenientes. Había notado que su sola presen
rado asumiendo él todos los problemas, incluso, los más tontos, como el hecho de saber
a Martin's, su hermano era quien asistía día y noche al
abilidad y las finanzas y visitaba bancos con la esperanza de
con el más insignificante de los pormenores, en su casa, en cambio, por su constante ausencia, comenzó a desconocer
a su departamento antes de que todos estuviesen dormidos, p
itados, y que su hijo de diecisiete había rechazado el cupo en la universidad porque iba a dedicarse a la mús
la mujer le quitó el habla y hasta le pidió que buscara un sitio donde vivir, porque ella no quería seg
oncederle un mes de licencia a pesar de que ese tiempo incluía la época de Navidad, la más compleja y exigente
hijos, disfrutaba del sol mientras su hermano se hallaba en Bro
lístico, y su abuela materna, el único familiar que les quedaba con vida,
decía a los obsequios para niños. Sus nietos mayores ya estaban grandes par
aba la idea de una paternidad, ni siquiera, el de una relación es
sa de que «pronto iba a morir». Llevaba
ia, más aún, en ese instante de su vida, en que estaba a punto de enloquecer
de su abuela, asegurándole que iría pronto a
ersonas que corrían para subir a uno de los vehículos que recién llegaba, po
oración navideña que se encontraba frente
plástico y con otros materiales desechables, pero obteniendo un acabado artístico al
dad había propiciado un concurso de decoraciones navideñas hechas con m
da ecologista que causaba
a publicidad posible y la propues
so, casi sufrió un microinfarto al ver el papel que habían colocado encima del cartel que sost
¿qué
no al descubrir como unas mujeres, que llegaban en ese momento a la parada de bu
ncuentes -masc
allaban en la parada de bus, incluyendo a las mujeres ofendidas, lo miraron con rechazo creyen
cercanos lo que ocurría, pero la gente se alejó de él c
manera en el bolsillo de su abrigo antes de entr
estuvieran atentos, pero eso lo haría quedar como un
que vuelva
abrigo notificándole de la llegada de decenas de mensajes de su abuela y Theresa apenas lo
á una pesadilla -
y difícil, que, como todas las demás, la atravesaría so