En un Océano de Pasión
an
aba cargado de electricidad cuando salimos del centro nocturno, y fue una verdadera odisea llegar a las oficinas e
antear nuestros planes. Los vuelos fueron suspendidos, lo que nos brindó la oportunidad de reevaluar
tenas. Revisamos informes, analizamos mapas y preparamos una estrategia de ataque junto con el equipo de segurid
egocios. - Dice Javier mientras revisa el informe que nos
e nuestros nuevos planes. -Soy Thanos-, dije con voz firme. -A media
por empezar nuestra misión y poner fin a esta pesadilla de una vez por todas. Cuan
bromeó Javier. -Pensé qu
s y alistan el avión para partir. -Nos esperan en Atenas, para luego ir a la isla. Basil ha comprado la p
menté, sorprendido por la revelación de la propi
- Andreas respondió evasivamente, lo que nos hizo intercambiar miradas entre nosotros, pero
del amanecer y como dijo Andr
que disfruten de la isla-, se despidió Andreas antes de partir hacia la ciudad. Nosotro
transportar las armas y alistar todo, mientras noso
as armas en el sector. A regañadientes, nos despojamos de nuestras armas, co
aso y restricción. Con vehículos nos llevaron a una gra
emos un guía y un mapa-, bromeó Rafael,
stras habitaciones para descansar. Era demas
dr
ía que tarde o temprano me vería involucrado en las repercusiones de los eventos que se estaban desarroll
varios intentos antes de que alguien atendiera. -Basil, soy Andreas. Ya estoy en A
semana entrante, y espero que hayas aclarado todo para entonces, porque mi tra
á mejorando, solo esperamos que le den el alta para reunirlo con su
do en marcha. Han visto a Fenix en la ciudad nuevamente-, le
ome con un sentimiento de inquietud. Aunque deseaba que todo terminara bien
mí cada vez que veía a mi hijo luchando por respirar. Sentía que la carga de esta situación era demasiado p
a mi hijo o a mí misma me paralizaba. Basil me aseguró que Thanos aún no había encontrado a los responsables, pero que estaba trabajando en ello.
traje el desayuno para que te mantengas fuerte. Basil me dijo que no estás comiendo bien, y francamente, ni siquiera necesito que me lo diga
ndí con un suspiro, sintiendo cómo mi estóma
a ir al hospital. Así que apúrate-, insistió, dejándome claro que no aceptaría excusas. Con un gesto de resign