El precio del deseo
nn
s dos había anticipado encontrar de esta manera, mientras el bullicio de la fiesta contin
trayendo consigo un respiro momentáneo en la atmósfera cargada de emociones. Me
i madre con alegría, acercánd
sobre mí un magnetismo irresistible. A pesar del torbellino de emociones que me invade, no puedo negar la atracci
autela. Aunque en este momento el destino cruel me obligue a ser parte de su vida, no puedo
e de haber llegado -l
Me has hecho falta, c
dre. Desde que me
s de esto f
ti y te acepta tal como eres. S
isfruta de la fiesta -insiste,
ejar pasar la oportunidad d
scansar al hotel. Solo quería saludarte y de
bitación sigue intacta, está arreg
stante, el bullicio de la fiesta se desvanece, y el mundo parece reducirse a este espacio entre nosotros. Recuerdo las palabras que compartimos aquella noche, cómo nues
ea prudente que viva en esta
su ceño fruncido refleja el enojo que crece en su interior. La d
gaste, como siempre, manipulando hasta obtener lo que quieres. Pero no esperes más de mí que un par de horas de cortesía en tu boda. -Mis ojos vuelven a Ma
él -dice, suplicante, con una f
ombre y yo no podemos c
tu padre, déjam
adre, pero me obligo a seguir-. Él está feliz por ti y por Emma. Yo solo.a. -Su desesperación se mezcla con la rabia
ego a ceder. Sin más preámbulos, doy media vuelta, la rabia en mis pasos amortigua los murmullos de la fiesta que quedan atrás. Mientras me alejo, una ola de soledad y desolación me envuelv
ras me dirijo hacia la salida, sabiendo que este es solo el