El precio del deseo
T
uedo sentir la electricidad que se genera entre las dos. Emma está molesta, su voz cargada de frustración y dolor. Está clar
erran en puños, y cómo su expresión se endurece con cada palabra que Emma lanza. Emma menciona a
nces s
Emma se queda inmóvil, sus ojos abiertos por la sorpresa y el dolor. Por un segundo, todo parece detenerse. El m
esenciar, pero al mismo tiempo, siento una profunda tristeza por Hanna. Hay algo roto en ella, algo que la lleva a ac
herida, no solo físicamente, sino emocionalmente. La bofetada no fue solo un golpe físico,
empuja a seguir a Hanna en su lugar. Necesito entenderla, descubrir qué la ha llevado a este punto de qui
ble en cada movimiento. Ella se deja caer de rodillas en la arena, dejando que las lágrimas fluyan sin co
dola con suavidad pero firmeza. Siento su cuerpo tensarse al principio, su corazón latiendo con fuerza bajo mi to
ilidad que intenta ocultar. Su fachada de dureza se desmorona, y aunque veo la lucha interna en su mirada, la parte de ella que ha e
que necesita es no sentirse sola. Así que la aprieto un poco más fuerte, transmitiéndole todo el apoyo que puedo ofrecer sin palabras. No digo nada, por
susurro del viento que nos rodea. "Todo estará bien, Hanna. No tienes que c
nque no responde, siento cómo su cuerpo se relaja ligeramente en mis brazos. Es un pequeño cambio, pero uno que me hace pensar que, tal vez, por
es evidente, y al final, el deseo de consolar a Hanna es más fuerte. Sin importarle arruinar su delicado vestido rosa, se arrodilla en l
a. Con suavidad, me levanto, dejando que las am
decida, y con un leve asentimient
ga, dejando finalmente escapar las lágrimas que ha mantenido contenidas durante tanto tiempo.
las escaleras directo a mi habitación, sin detenerme. Sin embargo, al llega
e reclama en cuanto me ve-. Yo
Emma. ¿Por qué h
ática. No pasó ni un minuto desde nues
lo que yo
e atacó! -insiste, su vo
a. Yo también suelo hacerlo
defend
a que alguien a
e incredulidad e indignación-. Yo soy tu herman
r que la trates mal. Así que te pido,
as de toda la vida. No sabes de lo que es capaz, d
ría por tener a mis hermanos cerca, aunque fuera solo por un segundo. Y tú, lo único
poner fin a la conversació
hablando sola por ell
un trago, baila, coquetea con a
! ¡Tengo la mejilla m
de ser tan dramática -digo con firmez
puerta en su cara. No tengo ganas de escuchar más sus quejas ni sus dramas de niña conse