Donde duermen las mariposas
atel
a esperaba en la puerta. Su alegría era más que evidente, y a Francis le dolió un poco el corazón; uno de esos días, ella también
con ella. Emocionada por su cita, Adele se puso un bonito vestido con flores, se arregló el cabello y se maquilló un poco. No solo la salida con Jim la tenía
más la alegraba; al fin, todo se estaba acomodando bien. Jim la llevó de la mano a un lugar no muy lejos, donde la m
cía, y habían estado sin verse el fin de semana. Jim se puso un poco nervioso, pero aceptó. Dentro, solos, y luego de haberse prodigado caricias y
na nota y salió. Tenía que regresar a su casa. Cuando llegó, su esposa y su pequeño
arde -le susurró
mitad de la noche? Desayunó algo ligero y salió para su primera clase de ese día, un día q
u madre, si no, se preocuparía. Ella le sonrió. Pasaron juntos el resto de la tarde, compartiendo clases has
onoció el coche de Lucas estacionado en la puerta del edificio. Se quedó par
untó Jim al ver la e
y se apoyó sobre ella. Levantó la ma
uié
spondió ella, y sonab
-le gri
de Jim y caminó r
uí? ¿Cómo supi
Ni siquier
cas
no me quedó o
, por
cercado un poco al notar la agitaci
e con
co a ti -lo miró por encima de sus ga
drino se entera de que v
n problemas hoy, per
e inclinó un poco, acer
ndo con este tipo y, como te podrás imagin
emp
arla? -La voz de Jim se
soy quien la mol
uitó las gafas para mirarlo a los ojos
era que seas; Adel
Adele? ¿Acaso piensas que porque has estad
y no vuelvas! ¡Se lo term
mbién que te has estado revo
Qu
olvidaste comentá
ado. Adele lo miró
preguntó Lucas, fin
ando la mano, ayudó a bajar a una muchacha con la cara e
la esposa de Jim. Y el p
él lo negara. Pero no lo hizo; en cambio
sien
uelta en la jovencita, casi una niña, que cargaba a otro niño, y ella le devolvió una mirada sumisa, sufrida. El niño balbuceaba y se aferraba al cuello d
apurada hasta la puerta del edificio; las manos le temblaban, no podía hacer coincidir la ll
e ayud
e! -le g
a hecho pedazos algo
terca! -le de
por fin, la
o. Forcejearon, y él logró entrar. Jim miraba a su joven esposa llorar y no sabía
do abrir. Lucas dio zancadas largas para alcanzarla. Ella no quería verlo, hablarle, y mucho menos que
é al padrino! -
¡Debes enfadarte con ese sinv
con él también
olver a recibirlo cuando termi
taste mi familia! ¡Me quitaste
¡Te quie
nos. Ella lloraba con una congoja enorme; la tristeza que un tiempo atrás se había disipado cayó de
llor
unos cuantos más, hasta que pudo abrazarla. Ella intentó quitárselo de encima, pero él se aferró con más ímpetu. Finalmente, cansada de luchar, escondió
e dijo por fi
sien
odo atrás, que al fin estarías feliz con Sara, pero solo fingiste... ¿
rta... Adele
cha hasta aquí solo para humillarme. No te importó su dolor,
ue te mostré quién era en realid
tu beneficio... Esto no cambiará en lo
a frustración lo estaba
dejaré d
ré todo por ti. ¿Acaso ese Jim lo haría? ¡Claro que no!
de oír palabras que
o.
e, L
ele
e venga la policía! Sabes que lo haré,
Adele le lanzó un cesto de fr
Ey
sillón, una manta. Estaba dispuesta a l
en! ¡Para
árg
La respiración agitada, el rostro desencajado, el enojo d
rá nunca... Tarde o tempran
lado, él podía oírla llorar, y apoyó su mano unos segundos antes de bajar. El escándalo había llamado
os cálidos y unas caricias? ¡Qué tonta! ¡Una niña! No estaba enamorada de él, pero sí lo quería mucho. Le gustaba mucho. Había sido dulce, tierno, paciente, y
tra vez. Francis se lo había dicho: "Desconfía". Y, al parecer, debió haberlo escuchado. Se puso de pie y comenzó a recoger todo lo que había
o echaría de su vida y eso le daría una oportunidad para acercarse. Una especie de satisfacción también lo acompañaba: no volvería a interesarse en nadie por miedo a