Un Simple Pulso Sanguíneo
s pasos apresurados y en las patrullas Plasmáticas que cruzaban las calles. Siete meses después de la batalla en la Usina Succina, el pueblo ya no e
y se multiplicaban. En el centro de la plaza, Marta se erguía sobre un estrado improvisado, su voz resonando con una fuer
os brazos con dramatismo-. ¡Los Sanguíneos son la verdadera amenaza
lasmáticos, con miradas frías y calculadoras, parecían ansiosos por comenzar la cacería. Marta había convertido la erradicaci
ágenes de una última confrontación. Gwen era una de ellos, una Sanguínea a la cual erradicar, y aunque su h
viera fuera de lugar. Sus músculos se tensaron instintivamente. Cuando dobló otra esquina, su intuición se confirmó: Karola, delgada y peligrosa, estaba a
asmar..." -dijo Karola con tono burlón, y una sonrisa ca
Gwen dio un paso atrás, tropezando con el borde de la acera. La voz en su mente, siempre presente, la urgió con insistencia: «¡Atácalos! ¡Usa tus habilidades o te descubrirán!». Pero algo
wen, tratando de sonar más seg
tivamente, tomó una piedra del suelo y la lanzó con precisión, golpeando el ojo dere
oa, alarmada, bajando m
tenía otra opción. No debía usar Habilidades Plasmáticas, no después de lo que había pasado hace meses. El pod
uñó Gwen, su voz forzada, intentando co
envolverla. El cuchillo en su mano brillaba bajo el sol. Gwen sabía que no
rakatoa, alzando el cuchillo-. Si te corto,
ntiendo cómo el filo mordía su palma izquierda. El calor de su sangre la hizo estremecerse. Por un instante,
tó Quinoa, su voz
rostro endureci
s! -su grito resonó como u
aba al descubierto. Ya no había vuelta atrás. Aho