Un Simple Pulso Sanguíneo
rco y disparó tres flechas más, logrando alcanzar a Karola y a Quinoa. Ambas retrocedieron, heridas pero aún en pie, sus ojos llenos d
r a Gwen debilitada-. Perdón -dijo, retrocediendo mientras intentaba comp
alando profundamente. Un alivio frío corrió por su cuerpo, sellando temporalmente cada herida. Una sonrisa cubrió el rostro de
gesto no pasó desapercibido. Quinoa, con una mirada de desconfianza, mant
lo acabara de descubrir. Sus palab
ó Krakatoa, con una voz gélida. Su mirada se endureció m
ención de los enemigos alzando las manos en señal de
puedo enseñar a usar este arco. Les dar
las órdenes de la Mandataria número
o hacia la dirección en la que Gwen había escapado, deseando que estuviera lejos. Sabía que la negociación no funcionaría. Dio un paso atrás, evaluando
les -dijo Karola con sarcasmo-. ¿Tambié
un intento de parecer amenazante. Pero Karola soltó una ri
. Este chico está planea
u atención. En un movimiento rápido, barrió los pies de Kraka
bién de intriga hacia el coloso caído-. ¿Vos sos Krakatoa? Entonces vos debes ser Karola
una risa seca
tar con tu compañera, l
se de nuevo hacia él, pero Diego volvió a
o Diego, evaluando su oportunidad de esc
onfundidos por sus palabras. Pero Diego aprovechó
y ajustó su cuc
uya, Kraka! No de
eguirlo? -pregunt
unció el ce
ampas. Tenemos que ser más inteligentes que ellos. No
jos, y un niño apareció
uínea está re cerca! -dijo
ima mirada a sus compañeros-. Esta vez, que no queden ras
dicaciones del niño. Atravesaron la Plaza Central, donde el atardecer
Antenas Plato, ahora ubicadas en cada esquina, cada una reflejando una red de vigilancia cada vez más estrecha. Una sonrisa fría se dibujó en su rostr