ENTRE EL AMOR Y LA VENGANZA DE LA EXESPOSA
6 SIN MÁS
de
ra de sí misma había desaparecido, reemplazada por una sombra de lo que alguna vez fue,
capaz de ocultar el enojo. Ella no respondió. Solo se dejó caer en el so
luciones. La riqueza se ha ido, nuestros amigos nos han abandonado. ¿Qué nos queda?
esperado por ofrecer
é, casi suplicando que esas palabras significaran al
enojo brotaba en sus palabras -. No me obligues a
Saldremos de esto -respondí con firmeza, a
ceptaríamos su propuesta, pero la muy prepotente me dijo que ya había caducado. Ahora,
tiene ninguna obligación de ayudar
a. ¡maldita sea! Ahora que tiene tanto poder y di
cruel con ella, nunca me tomé la molestia de conocerla m
a aceptar su oferta de trabajo, y cuando estemos cerca de ella, la haremos caer, tú la harás caer de nuevo a tus pies,
es posible que no encontremos nada pronto. Quizás deberíamos considerar la ofert
ría. En ese momento, John y Diane llegaron, y la familia estaba completa. Aunque ninguno e
a seguro. La forma en que Charlotte había cambiado me resultaba dolorosa. Mirarla de nuevo era como enfrentar una lenta agonía, ya que me
Buscaré entre mis contactos un empleo. No p
arriba abajo, y ajustó el nudo de mi corb
os ya no serán de ayuda al verte sin dinero, y no tenemos ni
vencido, mejor no vaya
presa, y ahora está en la quiebra por tu mala administración. Quien debe
do estuviera planeado en nuestra contra, pero quise tratar de ver las cosas desde otra perspectiva
erizado, cabezas altas y orgullosos. Sin embargo, cuando nuestras m
salir corriendo. Pero mi madre, conocedora de mis debilidades, me dio un pellizco en la espalda
mezclaba sorpresa y satisfacción-. No esperaba verl
omenzando a teclear en su laptop con la clara intención de hacernos esperar un poco más. No hizo el gesto
esionante que, si no la hubiera conocido tan bien, podría ha
madre, incapaz de soportar más tiempo de espera, carrasp
istoso-. Llevamos mucho tiempo esperando. Si estás ocupad
reció una sonrisa falsa, apenas cur
olviendo y ya estoy con ustedes -dijo Charlotte
ver en sus gestos que no estab
una firmeza que ocultaba su descontento. Los demás, si
no es ahora, no es nunca -comentó, mientras regresaba su atención a la pantalla de su laptop. Sabía que no estaba haciendo nada realmente productivo, pero parecía disfrutar
mi madre con una ironía que estaba claram
ón vacía en el rostro. John, mi padre, apenas se movía, aguantando en silencio frente a mi madre. Diane, la más joven, e
e parecieron eternos, Charlotte cerró la tapa
favor -Charlotte nos invitó a tomar asiento con un gesto casi te
a saber cuáles eran sus pensamientos: «¿Cómo pudo dejarnos de pie todo este tiempo? ¿Qu
reguntó, estirando las manos y levantando
etamente agobiado. No sabía cuánto más podría sop
la compostura mientras ajustaba mi chaqueta. La miré fijamente, intentando no flaquear. Aunque el amor que aún se
mo pretenden que yo sepa dónde puedo ubicarlos? -Charlotte insi
silla, tratando de no ser
á en la universidad. Yo soy administrador y fui CEO de nuestra antigua compañía. Mi madre, bueno, es
iedad de nuestras habilidades. Su mirada calculadora p
dero en capacidad de atender cualquier puesto administrativo -interrumpió
esbozo de desdén, antes de v
orta es una certificación avalada. Si no la tienen, entonces tendré que ubicarlos en los puest
estar allí. Mi madre, ansiosa, fue la primera en romper el silencio. -Bueno,
ue se había instalado entre nosotros. Fijó sus ojos en cada uno, como si tratara de adivinar nuestras reacciones, yo sabía que todos estamo