El Demonio de la Lujuria
o sabor amargo en mi paladar. Normalmente no bebo más que té, pero hoy estoy de visita y ser
estra conversación. A pesar de los años, Hanna seguía teniendo el mismo aspecto que en la niñez. Todavía poseía esa sonris
ce dos años-dije,y ell
ano. Comenzamos a salir y después de un año y medio nos
en-me alegro
enías una forma de ser tan extrovertida, alegre y alocada que pensaba que nunca encajar
casarse. Supongo que los años y las responsabilidades me hancambiado mucho -me encogí de
ué ha sido de tus padres? Tengo mucha añoranza
n bien, rebosantes de fe
de la mujer en la que t
re han comprendido mi personalidad, in
os? Como ser madre, por ejemplo
ón. Sus vistas son espléndidas y hacen que pierda la noción de nuestra c
sido el de conversación entreWilliam y yo-. La verdad es que tene
er p
o. -As
es hora de que regrese a casa -me puse de pie y el
aga lavisita -me di
é espe
ndo camino a casa. No me habíadado cuenta en compañía de mi amiga
e independencia que daba dolores de cabez
casa; porque no podía decir que es mía. Dejé que un suspiro abandonara mis labios antes de abrir la puerta y cerrarla con
dirigí hacia nu
erlo de piemientras se qui
cercó y me depositó un
dejes la ropa esparcida por la casa -me
cierto, ¿dónde e
amiga de la niñez. No nos veí
scarriadas -dijo ponie
e mis amigas -resoplé
as tuvieron un historial no muy bueno. Por ejemplo, la qu
ick
-Dejó ahí la frase y cerré mis manos en puños. Su actitud me molesta, aún m
l siglo XXI, las mujeres no tenemos que casarnos p
le faltes el respeto -e
sposa del mundo. -Acarició mi rostro, pero me quedé esperado su
Fingí una
a. Dejé la mesa preparada antes de ir a darme una ducha rápida. Pero, cuando volv
e has esperado
a espe
ónita ante
que cenam
- dijo-. Quería cenar rápido para po
desgana-. Ve a trabajar,
que no tenía nada que ver con el hambre. Era una sensación de inconformidad y tristeza que últimamente me acompañaba casi a
é sentado en el escritorio, tiene la vista fija en un montó
blé a sus espaldas mientr
un poco -dij
haciendo que fijara en mí su atención-. Hace much
qué se refe
ué y? Me tienes desatendida,
ontigo? ¿Acaso visitar a tus amigas te está volviendo como ellas? Últimam
to. Nadie necesita influenciarme
niegas aaceptar un solo centavo de toda tu fortuna familiar porque según tú nuestro matrimonio debe salir adelante por nuestros propios e
Ni lujos, joyas, zapatos o algo más de lo que podamos tener. Solo t
sión. -Se levantó de forma brusca-. Iré a dormir a la ha
ensar, no soy una ni
casé -dice molesto-. Realmente no q
tante y me hacía creer que nuestro matrimonio podría acabar en cualquier momento. Pero, por otra parte, entendía que estaba muy ocupado. Bien sabía que el trabajo dominaba gran parte de su tiempo y, al final, siempre tenía que traer parte de él a casa para continuarlo. Pero esto no era mi culpa, yo no estaba cambiando, sino él. S