La Emperatriz que entierra su pasado
o, a pesar de que yo misma lo había diseñado. El mostrador de recepción
udos e inquisitivos levantó
ta? -preguntó, su vo
le-. Soy Cintia Flores. La
tatus como "la esposa" siempre había sido nebuloso, un título que Alejandro rara vez exhibía. Mi ausencia
fono, su mirada
Flores está aquí par
y su maquillaje inmaculado un marcado contraste con su apariencia desaliñada de ayer
preocupación-. ¡Qué sorpresa! Alejandro aún no ha llega
énfasis deliberado, una afirmac
. Se movía con una facilidad inquietante, navegando p
los pasillos de mi propio pasado. Cada rincón, cada elemento de diseño, susurraba sobre las no
ndo algo duradero. En cambio, me había convertido en la "esposa dese
da, empujando la pesada puer
engreída de su victoria. Pero ella simplemente sonrió, una curva empala
a la oficina de Alejandro, sin embar
a de manos costosa estaba junto a su teclado, y una pequeña vela aromátic
ían una vida, una parodia perversa de la que Alejandro y yo habíamos soñado hace añ
queño, de no más de cinco años, con el cabello oscuro y los ojos traviesos de Alejandr
te del niño. Hojeé el pequeño álbum a su lado, cada página una instantáne
razo alrededor del niño, su rostro irradiando una cal
dro, Belinda y el niño, todos sonriendo, perfecta
en un millón de pedazos más. Un hi
gentil, cortó el silencio. Estaba parada a mi lado, sosteniendo una ta
uego continuó, su voz gan
a... angustiado. Tú no estabas mucho, dijo. Había estado bebi
ndo que las palabras
o después de unas semanas, no podía soportar la idea de que me fuera. Me mudó a un
bula. No era una réplica exacta, pero había un parecido sorprendente. Estaba mirando una versión
bios. Un sonido seco y sin humor
a, desprovista de emoción-. La sustituta co
vaciló por un moment
Estaba extasiado. Dijo que era una señal, un nuevo comienzo. Me compró ese collar, ¿
rillaron c
igió a nuestra familia. Tú.
traba a través de la porcelana, pero no sentía nada más que hielo. Mir
epentino y deliberado, le arr
n el suelo, tirándose dramáticamente del cabello, sus sollozos convirtiéndose en lamentos torturados. Incluso se las
mpras de diseñador en una mano, una sonrisa suave y amorosa en su rostro. Sus ojos, usualmente tan ag
o, llorando, y a mí parada sobre ella, mi rostro una máscara de furia
rrió al lado de Belinda, atrayéndola a sus brazos, ignorándom
u pecho, su voz amor
é de calmarla, pero ella simplemente... ¡simplemente me tiró té cali
ido corto y agud
nté la foto familiar, mi mano temblando ligeramente-. ¿Qué es
la foto, luego de vuelta a Belinda, que
es lo que parec
a, una segunda familia, en las sombras, mientras yo estaba a tu lado. Entiendo que permitiste que esta...
ro se e
inero? ¿Es por eso que es
fueron como u
y quebradizo-. ¿Crees que quiero tu dinero? ¿De
s cerca, mis
prometiste una vida entera. Y luego me dij
rancadas de mi gargant
ndro? ¿Recuerdas por q
on, un indicio de
No saques e
ro, Alejandro! ¡Trabajando hasta enfermarme por tu empresa, sufriendo una hemorragia gástrica, perdiendo mi oportunidad de ser mad
mo si lo hubi
o arreglaré. Pero no te atrevas
-. Ay, Alejandro, no les pondré un dedo encima. Pero tomaré lo que e
iente, sus bordes aún afilados,
rma