El remordimiento de un esposo infiel
/0/21340/coverbig.jpg?v=ee54465a5a7ec7d038843b81902e8a7f&imageMogr2/format/webp)
a embarazada, el médico me entregó mi senten
ontarle todo. Pero antes de que pudiera decir una palabra, un
n una voz chillona y cruel-. Se está sacando toda la diversión d
s, morí en silencio mientras And
tinas y mis vómitos a las hormonas, sin mir
stel, me arropó en la cama y se fue inmediatamente a celebrar
ar un interruptor y volver a nuestr
promesas a su amante, yo estaba fi
decía desear tanto y dejé el
a interpretar el papel de esp
ítu
vista de
esa. Tenía una sonrisita de satisfacción pintada en los labios, lista para decirme que ella era el verdadero amor de mi marido. El estómago se me revolvió, u
de una simpatía falsa mientras me acercaba-. An
elo con un ritmo irritante. Su sonrisa se estiró, mostrando unos dientes blancos perfec
ahora me pe
ferrándome a la última pizca de dignidad que me qu
De ser la otra? -pregunté, sintien
ensanchó, una señal de su retorcido triu
l preludio de la devastación inminente. La foto de arriba era de Andrés, con el brazo alrededor de Katia, su
Sabía lo que representaban; no necesitaba verlo para sentirlo.
alabras huecas incluso para mis
sperada a un Dios en
s, el chirrido resonó en e
e
ar aire que no oliera a ca
ndo firmemente mi muñeca, su a
ana. Apenas es
ó como una marca,
en su dedo. Mi corazón se detuvo. Era idéntico al que usaba Andrés, un anillo que él juraba
no era accidental. Era una burla deliberada y
nta. Me hundí de nuevo en mi asiento, mi compostura era una m
de irritación cruzó su rostro. Mi falta de un
tulancia infantil que contradecía su comportamiento agresivo-
nte no ha tenido la oportunidad de decírtelo -declaró, alzando
te embarazaste. Dijo que eso complicaba las cosas. Es por eso que necesitaba su "Gira de Despe
Hana. Una forma de atarlo -escupió
e siete años, se derrumbó en escombros a mi alreded
e golpearon con fuerza bruta. Él se lo había dicho. Hab
tos robados, sus sueños compartidos, pintando una imagen de una vida que And
tes, la forma en que a veces murmuraba el nombre de Katia en sueños y luego fingía que era una pesadilla. Los mensajes apresurados, los repentinos "viajes de trabajo", las excusas
ñicos en un millón de pedazos. No que
ana. No queda amor. No realmente -se bur
e desea. Soy su escape -se
s de regresar "responsablemente" a su matrimonio. Pero no lo dejaré ir tan fácilmente -declaró, sus
o se desvaneció en un zumbido amortiguado. Solo una frase resonab
cuerpo simplemente se había apagado, tratan
portar. Cada golpe, cada revelación, era como torcer una herida ya infectada. P