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Su arrepentimiento, nuestra despedida irrevocable

Su arrepentimiento, nuestra despedida irrevocable

Autor: Gavin
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Capítulo 1 

Palabras:1663    |    Actualizado en: Hoy, a las 10:12

e di un nuevo hijo, Leo, y tontamente creí que nuestro amor podría san

straumática. De repente, mi esposo andaba con pinzas alrededor de la mujer que lo destroz

a nuestro hijo de cinco años de profanar el altar de su hermano muerto, mi esposo, Carlo

mientras nuestro hijo gritaba de agonía. Por encima de su hombro, los ojos de ella se

tomaría la mía. Mis dedos, pegajosos

con la voz sorprendentemente f

ítu

Al

er ya era un fantasma que acechaba nuestras vidas, un espe

idad a cambio de mi compañía en su duelo. Él necesitaba una esposa, una madre pa

rso entero. Teníamos risas en la cocina, cuentos antes de dormir y el ritmo tranquilo de una familia que intentaba remendar un pasado hecho añicos.

iente Giselle Ferrer localizada tras una búsqueda exhaustiva. Sufre de amnesia postraumática". La calma en

memoria, era la prioridad de Carlos. Cada frágil capricho suyo se convertía en ley. Él andaba con pinzas a su alrededor, su culpa por la muerte de A

e decoraba. Luego, la situación escaló. "Accidentalmente" derramaba vino sobre los dibujo

ma, Alia. Ha pa

a la lengua. Por Leo. Por la frágil

de beneficencia en el Teatro de la República, Giselle, co

Villarreal, aquí presente -ronroneó, sus ojos brillando con malicia mientras

enzaron. Las miradas. Me sentí como un

onté a Carlos. Él solo sus

un mecanismo de defensa. Tiene la mente en blanco sobre

realmente le creía. Realmente pensaba que ella era una víctima. Su duelo era una herida que ella sabía exac

ano para su padre. Giselle, en un repentino ataque de "confusión", había decidido que la sala necesitaba ser reorganizada. "Accidentalmente" derribó la vitrina

tintivamente recogió el balón. Solo quería volver a ponerlo en su lugar. Pero Gi

Adrián! ¡Está tratando de reempl

balón aferrado en sus pequeñas manos. No vio el miedo en los ojos de Leo. No vio la mirada calculadora de Giselle. To

o del brazo

eo? -Su voz era

tratando

yudar -susurró, con los o

e Leo, tratando de arrancarle el balón. Leo gritó, un

í sin

tente! ¡Lo es

trás, sus ojos salvajes de dolor y rabia. Tropecé, golpeándome la cabeza contra el borde de una mesa

en un ángulo antinatural. Un chasquido espantoso. Se desplomó, agarrá

tas. Me levanté, mi

Le

ojó a los brazos de Carlos. Él la abr

or. Está bien. No

azo doblado de forma incorrecta. Y mi esposo es

n mis entrañas. Esto ya no era duelo

tro enterrado en su hombro, pero sus ojos, por encima del hombro de él, se encontraron con los mí

rompió. Se hizo añicos

do, apenas audible sobre los llantos

razó a Giselle

lia. Esto ha sido un s

pe físico. La eligió a ella. Por enci

dolor y traición. Mi mente, antes nublada por la esper

abado. Esto no t

lvidado de la habitación. Un pequeño y familiar documento estaba metido detrás de un jarrón decorativo. El acuerdo prenupcial. Blind

ndependencia financiera. Había pensado que era solo u

linándose a mi alrededor. Pero por dentro, algo nuevo

dedos torpes. Marqué el 911. Mi

Necesito una ambulancia.

vantó la vista, con

ué estás

s propios ojos fríos,

do a mi hijo, Ca

mí, Giselle toda

Fue un accidente.

Y ella lo provocó. -Señalé a Giselle, quien jadeó dramáticament

-comenzó Carlos, su rostro co

, aunque ahora más suavemente, agotado por el dolor. Mi hijo. Mi hermoso y sensi

s. Mi corazón martilleaba contra mis costillas, per

fin de nosotros. Y

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