icon 0
icon Recargar
rightIcon
icon Historia
rightIcon
icon Salir
rightIcon
icon Instalar APP
rightIcon

Su arrepentimiento, nuestra despedida irrevocable

Capítulo 3 

Palabras:1167    |    Actualizado en: 19/12/2025

Al

n mi pecho. Las amenazas de Carlos, su descarado desprecio por el sufrimiento de Le

artefacto precioso, dejándome sola en el est

nido crudo y gutural ar

almente de espaldas. Giselle se asomó por encima de

onando en el silencioso pasillo-. ¡Tú y yo hemos te

or completo, pero su

estás molesta, pero no lo dices

carrito cercano. La agarré, el metal frío un consuelo en mi mano temblorosa. La arrojé. Se estrelló contra la pared justo más

cada una de mis palabras, Carlos! ¡La elegiste a ella! ¡Por encima de tu hij

nalmente registrando la

iselle. No está bien. Y Leo... Leo estará bien. Un pequ

os! ¡Lo hiciste gritar! ¡Y te quedaste allí, consolándola, mientras nuestro hijo

sentía mareada, pero l

sión cambiando de ira a una es

r a un doctor para que te revise.

maestra manipuladora, sol

va a hacer daño! -Se aferró a él con más fue

iselle. Ese momento de vacilació

se entr

Es tu devoción ciega a esta mujer que abandonó a tu hijo moribundo, que luego re

pánico, se encontraron con los mí

esperado, un grito salvaje arrancado de su gargant

rabia. La empujé hacia atrás, con fuerza. Tropezó,

illa-. ¡No olvidaste a Adrián! ¡Lo abandonaste! ¡Lo dejaste morir, y luego volviste aq

o se con

enzó a golpearse a sí misma, una exhibición frenética y te

mente se arrodilló, tratando d

en un pánico total-. ¡Alguien! ¡Llamen a u

vez. Su mundo entero giraba en to

ración-. Solo... danos un poco de espacio. Déjame manejar esto. Te

temblorosa. Mi cabeza daba vueltas. La sangre de mi cuero cabelludo goteaba por

vía "sollozando" y agarrándose la cabeza, me lanzó una mirada de odio

ste ciclo nunca terminaría mientras yo perm

talmente" borraba las partidas guardadas de los videojuegos de Leo. La forma en que "olvidaba" recogerlo de la escuela

sposición a sacrificar el bienestar de mi hijo por su comodidad emocional. Su culpa por l

o-. Ve a cuidar de tu preciosa Giselle. Pero

su rostro surcado

ré de que reciba ayuda. Solo... no me dejes. -Extendió una mano hacia mí, pero sus ojos t

las palabras frías y finales-.

o volvió su mirada hacia mí, su mano todavía e

li

artándome de la pared,

ó. No no

rás, luego otro. Parecía que quería decir más, prometer más, pero

aferrándose al recuerdo de una mujer que nunca lo amó de verdad, sacrific

año y escalofriante vacío. El dolor no se había ido, pero era diferente. Era el d

rutal. Pero estaba hecha

Obtenga su bonus en la App

Abrir