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El Precio de Su Elección

El Precio de Su Elección

Autor: Gavin
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Capítulo 1 

Palabras:1659    |    Actualizado en: 19/12/2025

ntonces apareció su ex, Kenia, diciendo que se estaba muri

sentada sola en el ultrasonido de nuestro bebé. Más tarde,

mi difunto padre, destrozado, con un mensaje de t

milio me sacó violenta

te pasa?! -rugió

ue intentó matar a nuestro bebé

milia en público mientras a mí me borraban del mapa. Pensó que yo er

ntras toda la ciudad celebraba su conmovedora historia d

ítu

había vuelto con un niño que, según ella, era suyo. Apenas una hora antes, yo acariciaba la curva de mi vientre, tarareando una canción

zó, su voz un

ndose para el impacto. Ni siqu

-Se atragantó con las palabras-.

n como una bofetada. Se

la única palabra sonando ext

a mano por su cabello

a carga para mí antes. Est

ó, con un filo crudo-. ¿Ocul

stre

ermedad, es que... cambió todo.

pero retrocedí por instinto. Sentí

respuesta por la forma en que se paraba, por

con una culpa que no podía comprender-. Se está mu

tro bebé neces

é, mi voz apenas audible-.

ó, sus ojos abier

eres mi esposa. Este bebé es nuestro fut

con nosotros, su verdadera familia. Sus palabras sonaban huecas incluso mientras las decía. Quería creerle, cada

las palabras una herida fr

pente se sentía demasiado grande y demasiado vacía. Prometió volver antes de mi próxima cit

a ll

io corazón, un contrapunto solitario al silencio donde debería haber estado el suyo. La voz de la doctora fue amable mient

amiga llamó, su

de ver a Emilio. Estaba en el Parque L

lugar donde Emilio y yo tuvimos nuestra prime

illo suave, iluminando las familiares rejas de hierro. Y allí estaban. Emilio, riendo, con el brazo

ancha de la barbilla con el pulgar, el mismo gesto tierno que usa

ño, Leo, señaló algo, y Emilio lo levantó en brazos, haciéndolo girar. La risa del niño resonó en e

ente, riendo conmigo, tomándome de la mano. Ahora se sentían como mentiras. Seleccioné algunas, aquellas donde s

junto a mi coche. La madre de Emilio, Carlota. Su rostro esta

alabra, salió de su coche, avanz

u voz cortó el aire de l

ó hacia atrás, con los ojos desorbitados por la sorpresa. La mano de Carlota impactó co

ota, su voz temblando-. Después de todo lo que tu madre le hizo

nterpuso rápidamente entre

iendo?! -exigió, su voz

hacia él, con lo

ado protegiendo a esta... a esta parásito? ¿Ya olvidaste lo qu

Emilio, con el rostro tenso-. ¡Kenia está e

a mentirosa, Emilio! ¡Igual que su madre! ¡Esa mujer, una robamaridos, sedujo a

ar entonces, aferrándo

señora de la Fuente.

ue no conozco tu juego? ¡Apareces, diciendo que tienes una enfermedad terminal, diciendo que tienes un

ta hacia atrás, con l

ás haciendo una esc

taba sentada sola, embarazada, esperándolo, él la llamaba delicada

cia familiar. La doctora me había dicho que evitara el estrés. Que evitara

e, mis piernas inestables

El esfuerzo me hizo dar vueltas la

bras, un fantasma en su propio velorio. Sus ojos se abrier

ime

cia mí, con la

é haces aquí

su contacto com

gada, rota por el dol

uria había dado paso momentáne

imas finalmente rodando por mis meji

entí una oleada de náuseas. Cerré los ojos, tratando de e

Leo, el hijo de Kenia, se había lanzado con

-gritó, sus pequeñas ma

caí. Fuerte. Un dolor agudo me atravesó el abdomen. Mi mano voló

angre. Demasiada sangre. Mi vi

orizado de Carlota cortó

, pálido y afligido

llena de un terror desesperado que de repe

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