Sangre en la Nieve, Una Vida Perdida
ualmente tan sereno, se contrajo en una máscara de pura rabia. El hombre que había besado suavemente mi frente cada ma
un susurro, pero vibraba con una intens
i pecho, mi corazón martil
as la verdad! ¡Sobre Carme
su agarre como de hierro. Tiró, y yo tropecé, cayendo hacia atrás sobre el pulido suelo de madera. El impacto envió una sacudi
é, luchando por levantarme-. ¡No puede
taba en mi mano. Se agachó, su rostro a centímetros del
dito celular,
a, las lágrimas co
un mensaje. ¡Es
i mano, retorciéndola, sus dedos clavándose en mi carne. Grité cuando me arrancó el cel
¡Un mentiroso! ¡Un hipócrita! -las palabras salieron a borbotones, alimentadas por la desesperación y una necesidad desesperada de herirlo tan profundamente como él me h
LA
on un dolor abrasador. Saboreé la sangre. Caí hacia atrás, mi cuerpo golpeando el suelo con un ruido sordo y nauseabun
ubiendo y bajando, sus ojos
¡Ha pasado por un infierno! ¡Su ex intentó matarla! ¡No tiene nada! ¿Crees que eres tan dura, eh, Sofí
do latiendo en mi bajo vientre. El bebé.
palabras arrancadas de mi garganta, crudas y
de la cocina del mostrador, la hoja brillando amenazadoramente bajo la dura luz del tech
cuchillo, Sofía. Acaba con esto. Acaba con todo. ¿No es eso lo que quieres? Nunca t
mi hijo crezca en este desastre, como yo! El pensamiento de mi propia infancia tumultuosa, marcada por las constantes discusiones d
uscó a tientas, el nombre de Carmen parpade
stro palideciendo-. ¿Leo está llorando? ¿Dice que t
suelo de baldosas perforó el silencio. Me
cesita. Fuiste demasiado lejos, Sofía
su agarre. Mi cabeza todavía palpitaba,
edes simplemente atacar sin consecuencias? ¡Carmen es delicada! ¡Tie
máticos chirriantes. Nos detuvimos en un parque con poca luz, la nieve caía en copos gruesos y pesados. Carm
rre inflexible. Me arrastró hacia
ía. Discúlpate c
ió la piel, filtrándose en mis huesos. El dolor en mi abdomen se intensificó, un fuego abrasador
la voz de Ricardo era una súplica frenética, dirigida a mí, pero sus ojos estaban en Carmen, llenos de una preocupación desesperada
olo nieve. Pero para mí, se sentía como sal fina, frotándose en heridas abiertas, quemando. Mis dien
desesperada brotando de mi pecho.
re la nieve blanca debajo de mí, un marcado contraste con la inocencia cuidadosamente mantenida de Ca
fue el rostro aterrorizado de Carmen y la expresión de Ricardo, impact