icon 0
icon Recargar
rightIcon
icon Historia
rightIcon
icon Salir
rightIcon
icon Instalar APP
rightIcon
Las Cicatrices de la Heredera: Un Regreso Vengativo

Las Cicatrices de la Heredera: Un Regreso Vengativo

Autor: Gavin
icon

Capítulo 1 

Palabras:1432    |    Actualizado en: 24/12/2025

a vida, fui secuestrada. Yo era la heredera de una fortuna

, él y su asistente, Karla, usaron ese d

urante quince días. Cuando finalmente escapé, me topé con su evento de caridad, des

milia en mi contra, me internó en una clínica psiquiát

nizas, dejándome sin nada más q

o él ha vuelto, suplicando perdón. No sabe que la tortura me dejó estéril, y no tiene n

ítu

ista de So

era escapado. Apreté la taza de café tibio con tanta fuerza que mis nudillos se pusieron blancos,

ndo lo que hacía todos los días. La escuela de Lía estaba cerca, y su club de arte después d

líticas, videos de gatos. El ruido blanco habitual de la red. Rara vez prestaba atención. La mayor parte se sentía distante, tr

amiliar. Un nombre que no había visto, o

a Po

bían estado ojeando, se clavaron en la publicación. Primero, era una foto de Karla, radiante y engreída, envuelta en seda, con un

o. Se me revol

niz de triunfo. Se jactaba. No sutilmente, no indirectamente. Se jactaba con una malicia cruda y

que retrasara el pago del rescate. Aconsejándole que mi fa

ojos, cada una un corte fres

rutal y deshumanizante. Habían sido la razón por la que fui humillada públicamente y luego encerrada en una clínica psiquiátrica. La

a mi cuerpo roto, a mi mente destrozada. Incluso mencionó la "difícil pero necesaria decisión" de

la atrapé antes de que cayera. "Míranos ahora, Damián y yo. Más fuertes que nun

ra una humillación premeditada y calculada, sinc

fuego, "¡Reina!" y "¡Eso, chingona!" por todas partes. Estaba fijada e

que Damián había encargado para mí, una delicada enredadera de plata con diminutas y detalladas hojas.

que había que deshacerse de cierto peso muerto". Peso muerto. Esa era yo. "Y que algun

o, impulsado por su brillante asistente, Karla Ponce. No sabían que las cenizas era yo. La historia que ella contaba omitía el dinero del rescate. Omitía el hecho de que la

asa hogar. Ya casi era hora de que sal

antiguo. Una foto granulada. Yo. Antes del secuestro. Antes de la tortura. Antes de la clínica psiquiátrica. Feliz

una delgada manta. A su lado, Karla, impecablemente vestida, su brazo entrelazado con el de Damián, una expresión de serena preocupación en su rostro. Un contraste crud

sombras, listo para atacar. Había sido transmitida al mundo, un espectáculo público

de desalojar las imágenes, los recuerdos. Nec

mi pantalla. Borrada. La viralidad probablemente la había alcanzado.

saparición, mi teléfono vibró con una notificación

o una p

ofí

bre, dicho no por un extraño, sino por alguien que me conocía íntimamente. Solo una p

mi

un miembro fantasma, extendiéndose desde un pasado que había amputado minuciosamente. Se sentía com

demasiado tarde para cualquier forma retorcida de redención que pudiera estar buscando. La pa

taza de café, luego me obligué a ponerme de pie, a caminar hacia la bulliciosa entrada por donde Lía pronto saldría. El pasado era un país

Obtenga su bonus en la App

Abrir