Eiza... La venganza de la dimensión
a recordar en aquellos ojos azules, se volvía cenizas en el fuego a
a dejado tocar voluntariamente por otra, y desde luego habría despedazado a cualquier otro hombre que me
con la de su padre, en aquella playa frente a aquella gente, no habí
ue amé, no le importaba nada quien me estaba re
ostro no la dejaba mentir y la puta sonrisa de super
que rápido estás abrazada a ese otro, que te besa el cuello frente a todos y te dejas, pero sobre todo. Y todavía mejor -se detuvo ella mientras yo mi
gir desde muy cerca de mi oído y no pude evi
i vida, er
diferenciaba, además de un tono un p
s de su madre, mientras los de Adam se parecían más a lo
aban a alguien, me vino a la mente para que notara, que eran justam
Adam sacándome de mi conclus
aquello?¿En quién se había
an y ambos se miraban con ganas de matarse a go
dam con cada palabra que decía. Y el resto de los niños
s se iban hasta Adam que me ignoraba completamente, aunque pude notar como se deshacía del contacto con Melina, de m
casi palpable y Adam, que seguía siendo el objeto de mi mirada, apre
ba Adam -te regala bebés de contrabando p
s de mi cuerpo y respirando profundo, queriendo controlar lo incont
-esa palabra me dolía mucho porque sobre todas las cosas y
isa macabra de Melina -así que tendrás
o... si al principio era verdad que no tenía un pelo de gentil, aquel Adam incluso, había sido in
pasa, tío?...¿En quién d
de mí y escupir con desprecio -Tu no eres más que la zorra que se metió en mi c
.. gil de mierda -le grité de manera venenosa y pegando mis narices a las suyas, notando su aĺiento en mi
ano para golpearme, pero yo estaba tan
y cuando miré hacia al lado, lo ví apuntando a la
podía dejar de mirar a Adam -debes entender que esto son negocios y has venido aquí a escoger al lado de quien te quedas. El sitio que elijas será e
y a permitir que trafiquen en mi cara -sentencié alzando el
stencia a dejarme escapar de entre sus dedos, los que ni sabía que estaban pegados a mi mano -no debiste haber venido. Aquí no queremos
había sido de su hijo en dos malditas semanas. Dos semanas contra una vida entera, habían convertido a Adam en un monstruo sin sentimientos. Por mucho que quisiera confiar en él, y pe
en su mano y tomando la que quedaba a mi lado, entrelacé mis dedos con los suyos y, de manera indecisa
está al lado