Eiza... La venganza de la dimensión
se oscurecieron d
tar la expresión que tení
ian agarrando mi mano. Podía asegurar que me sentía incluso cómoda con él. Aunque no quería hacerlo. Adam en alguna ocasión me había dicho que pasara lo que pasara confiara en él, y quería hacerlo, se lo debía pero es que sus palabras habían sido demasiado duras. Demasiado indolentes
ió Adrian y el calvo mal
ndo me había tocado, y ahora, soltarlo, me trasmitió algo que no quería sentir. Yo pertenecía a Ad
, no de
ntidad con rabia -es mi mujer, la dueña de tres cuartas partes de est
ella locura se acabaría en algún momento y no muy lejano. Simplemente me había sentido por un instante
Melina se metió en medio de la conversación, justo en el instante en qu
eñor. Ahora me faltaba saber qu
con actitud soberbia delante de ella y cruzando los brazos sobre mis senos -vas a animar con tu propio culo la siguiente fiesta de la dimensión -ella
mo eso sola -argumentó Adam obligandome a mirar el vac
í mis palabras haciendo un puchero de suficiencia subiendo y bajando la cabeza sin dejar de mirar aquellos ojos que no me decían nada -pero dile a tu queridísima... mmm, amiguita, que no me toque las narices o l
por detrás de mí un "te lo advertí ",del viejo de
les toque un pelo. Que no salgan de ahí, y ven a ve
cando su intervención, y le chasqueé los dedos e
tuerto, ¿
puesto que nadie lo merecía y tenía poco tiempo para h
mande
n mis brazos, y miré a su hermana para darle un
pensaba en lo extraño que me había hecho sentir
ía ni como alimentar, pero si algo tenía claro era que no iba a dejar
n, pues venía mirando la dulce carita de aquel niño tierno, que n
zos de Vicki y a pesar del asombro de verme con un be
ás aquí ahora. Siento que est
se be
ontra la madera. Estaba muy triste. Mis piernas se flexionaron como por inercia y fui resbalando hasta sent
uella tenia una explicación lógica y que debía dejarle el niño a ella, que yo no tenía el tiempo
otro lado, tenía una cena con el desconocido de los ojos azules, que aún no identificaba y con tanto compromiso, al menos ese día, no podía cuidar bien de un bebé. T
relajarme allí dentro, de abstraerme de todo el horror y el dolor que me
aba mi cabello bajo los chorros de agua, cuan
tre con cariño, lentamente y podí
o conocía demasiado como para equivocarme y así como en la playa sus
abrazar a sus hijos, a pesar de todo lo que me había
con un solo dedo y me volví loca de deseo, quise verlo, besar sus labios y volver a m
hasta que ví en su cuello la marca y miré sus ojos y eran los de A
ido pasar esto?... sal, Dios, ¿como
única palabra que nadie más que Adam y yo sabíamos
líga