Annelise.
re de 1947
saparecido, el estado de Noruega le recomienda esperar nuevas notici
s años desde que la guerra finalizó, pero aún no tenía noticias de aquel chico que, por mucho tiempo, había sido el dueño de su corazón. Se
n su ropa y el olor a levadura que emanaba al pasar. La oscuridad de la noche ya estaba presente aunque no era muy tarde, pues a punto de comenzar el invierno era normal que el sol durase menos tiempo alumbrando y brindando calor al territorio, razón por la cual la mujer se sentía insegura en esas calles hundidas en la penumbra de una noche donde s
re de aspecto descuidado que llevaba una botella en su mano de lo que parecía ser
an derecho a juzgarla, por otro lado, debía contemplar que ese era el camino más rápido para llegar a s
n como una manada de lobos mira a un jugoso trozo de carne. El camino por el que debía desviarse tenía como ruta principal un callejón poco conocido que era habitado principalmente por ratas y otras alimañas. Ingresó en el mismo con cautela ya que alrededor solo habían tiendas ya cerradas, estaba solitario y era peligroso; por eso le p
en el pueblo, si alguna persona llegase a oírla podría provocar un gran problema y al estar encerrada entre l
pero era muy difícil ya que ese callejón estaba lleno de escombros, basura y otros desechos de dudosa procedencia, aun así en el último segundo antes de abandonar su búsqueda u
ra de la panadería no dudó ni un segundo más en terminar de tirar los cartones revelando el pequeño cuerpo tembloroso de una niña, sus labios tenían una coloración entre azul y violeta al igual que los extremos de sus articu
a colocarlo alrededor de la pequeña. - ¿Como llegaste aq
levantó a la pequeña que parecía tener poco más de cinco años para llevarla a su hogar pues no la dejaría morir en el frío. La mujer que ahora carecía de abrigo también comenzó a temblar por las bajas temperaturas pero aún así logró llegar a su hogar, una cabaña vieja y con tablones rechinantes las recibió. Dejó a la pequeña al lado de la chimenea mientras encend
ra de hablar era extraña como si
n no estoy casada, mi no
ió la niña. - Mi
Britta al analizar un poco más su habla pudo darse cuenta de que el acento que
oco sus pensamientos, pues aquella niña no tenía la culpa de las atrocidades cometid
ás no tenía la suficiente seguridad como para hablar abiertamente sus experiencias y las circunstancias que la hicieron terminar en ese callejón cubi
o tiempo pero llegó a la conclusión de que no podría ser así, pues con un cuerpo
la no tenía muchos alimentos pero no le negaría la
ngo much
o caliente y luego comemos algo? -. Cuestionó
lo asintió
aquí, frente a la chimenea -. Ordenó Britta mientras recobraba
e una vida digna a un niño, debía encontrar a la familia o en todo caso buscar un orfanato que la acogiera, o al
áceo por la mugre se reveló como una melena de pequeños y delicados rizos de color dorado, el agua también dejó ver una piel pálida y suave pero llen
e ¿Qué ed
ostraba cinco deditos, la peque
ponjosa toalla tras ella y sacar a la niña de la bañera, puesto que su c
e verde... Nos separaron a todos y me enviaron a un lugar donde las mujeres se vestían de negro y rezaban mucho
n? -. Preguntó la mujer por segunda vez,
ho miedo, pensé que el ca
la mugre sobre su piel, era una chiquilla de labios delgados, nariz respingada y ojos tan verdes como el jade que poseía una piel más clara de lo normal, no había duda de que era muy bonita, sin embargo, a Britta le parecía
tras la adulta la vestía con un pequeño atuendo de
ré un buen hogar para ti... Mientras eso pasa
mando la mano de la mujer de ojos avellana que la guiaba hacia la co
ña de ojos verdes. - Lásti
ero se repitió una y otra vez que no podía cuidar