Amor Y Prejuicio
uenta los problemas que seguramente me traería aquella aventurilla descuidada que tuve con aquel h
rrepentimiento, seguía si entender lo que estaba haciendo, aquel inglés solo llevaba mes y medio conociéndome y ya m
portazo que dí contra su cara, él me llamaba idiota e infantil mientras tocaba la puerta con algo de fuerza, mientras yo solo me dispon
tereses distintos y batallan por obtener la victoria sobre los demás; siempre me he considerado alguien "independiente", pero justo cuando se me presentaba la posibilidad
de Robert aún impregnaba aquel cuarto de hotel, una nota de su puño y letra deco
él, en sus besos, sus suaves caricias, como su hermosa mirada celeste me metió en tantos embrollos, como me reprochaba mi inseguridad respecto a su propuesta, en el fondo yo también estaba dudoso de porqué no accedía, tenía excusas suficientes para hacer mis maletas e irme, la empresa de mi familia estaba más que
o a la servidumbre que organizara la casa por completo, mi hermano como siempre, bebía mientras leía la sección de finanzas en su periódico, como si leér más sobre economía le fuera a servír de algo para cumplír su cometido, el cual era quedarse con mi parte de la empresa, la parte que
o, a la cual correspondí con un semblante indiferente y ambas manos en mis bolsillos, de sus hijos yo siempre fui el menos a
calmado, él me miraba seriamente con odio apretando sus puños con impotencia, de haber sido cualquier otro día seguro me
portación con nuestra empresa?!, es sumamente importante la presencia de toda l
su escosés y me miraba de manera incrédula, yo le correspondí con una filosa expresión de seriedad, preferí abstenerme de responder, no valía la pena gastar saliva
y, honestamente, la más hábil e inteligente, siendo ella la hermana del medio, era la más apta para el puesto de heredera de las acciones, ¿qué pasó entonces?, muy sencillo, mi padre es un cerdo machista, lo ha sido siempre, para él era inpensable que una mujer tuviéra un cargo administrativo, fuera tanto en una empresa como en una tienda de agujas, "administrar la empresa familiar es cosa de hombres Raquel, tus hermanos son más inteligentes y au
ente escuché la voz de la esposa del viejo, una rubia alta y de ojo
recio, era ya costumbre suya al hablar conmigo, yo lo dejaba pasar, desde siempre me hablaba
erles la cara a tí y a tu marido hoy - Le respondí de la forma más incrédula que pude, ella solo me miraba co
ío con su secretaria y fruto de aquel amorío nací yo, quizá sea por eso que ella me odia, o porque le comenté al viejo sobre aquel dichoso
ficante, ¿porqué razón quieres más?, no es como que tenga tantos hijos a los que deba alimentar, éramos tres de los cuales una tuvo que independizarse a la fuerza, otro el cual era la sanguijuela de papi, y el último que fácilmente no formaría parte del testament
rubor se posaba en mis mejillas, mi respiración inconscientemente se agitó, tks, siempre odié el poder innato de ese su
mbros, sus ojos azules me ignoraban, cosa que me dolía en lo más profundo de mi ser, amaba aquellos ojos
o, la hipocresía se resaltaba en su cara, Robert lo sabía, gracias a mí conocía las intenc
ér firme, aunque el rubór en mis mejillas era una molestia, cada que oía su voz mi piél se erizaba
trato que le hemos o
soy alguien que sabe cuándo hacer negocios y cuando no, pero ahora me encuentro en una situación algo compleja. Como podrá entender, desconozco la forma en la que proceden acá en norteamérica, por ello solicité la asesoría de alguien de mucha estima para mí, quedó en darme respuesta hoy, pero aún no me ha llamado,
un asesor? - Preguntó el viejo estupefa
al conoce ampliamente el tema, y gracias a su ayu
el viejo con una ácida sonrisa, yo me levanté de golpe del asiento y caminé en dirección a la cocina, nadie pareció inmutarse por ello, la rev
s actúan con la cabeza fría. Y en segunda, me temo que comete usted un errór, mi pareja no es una mujer... es más hombre que usted y que su hijo, me atrevo a decír
ed a venir a mi casa a o
traje, mi cuerpo entero empezó a temblar al oír como su gruesa voz pronunció mi nombre entre tanto alboroto - ¡Taylor, ya ha sido suficiente! - Casi en modo automático, empezé a caminar hacía él con un gran
sión presente se podía cortar con un cuchillo, pero fue la voz de mis preciosos oj
nto haberle hecho perdér su tiempo - Dijo de forma elegante, apenas y movió el cuello mientras entonaba dicha oración, su mano apretaba mi cadera y apegaba mi cuerpo al suyo, mientras que yo solo me limi
maba del brazo con fuerza, ya estaba acostumbrado a sus miradas de odio, per
o el cobarde asqueroso que es, su mujercita gritó desde el otro lado del salón que llamaría a la policía, yo frené a Robert antes de que pudiéra hacerle algo a aquel que en algun momento tuve que llamar "mi padre", no sa
mirada de odio asesino, Robert le devolvió dicha mirada y sacudiendo su traje me tomó de las caderas para salír del lugar, e
siquiera las maletas hice, siempre supe que tarde o temprano el viejo me correría o que yo me ir
s conducía tratando de no derrapar a causa de lo resbalo
illa, una risa nasal por parte de él me hizo voltear a verle, a pesar de todo lo que pasó él lucía de lo más t
io mirando a la calle, seguramente prefería abstenerse de mirarme para no dedicarm
o que has hecho por mí... sería in
igación, quiero que lo hagas porque ¡quier
o... pero a la vez siento algo de miedo... un país
tana; no me malentiendan, amo a Robert, pero su personalidad brusca y dominante casi siempre choca con la mía, el cómo usa mis propios errores en mi contra me hac