ESAPAÑOL A Javaad le molesta que le hablen. A Lucca le gustan los tatuajes... sobretodo los de ese idiota. Y ellos son Lujav.
Lucca caminaba por el gran campus de la universidad. Era su primer año y no podía estar más emocionado.
La sonrisa en su rostro no se quitaba y abrazó más los libros de artes a su pecho. Su corazón le decía que todo estaría bien y se sentía inquieto.
No creía en eso del 'horóscopo', pero no pudo dejar de escuchar cuando aquel hombre en la televisión había dicho que sería un buen tiempo para los de su signo y que conocería al que podía ser el amor de su vida. Eso le emocionaba. No era que nunca hubiera tenido pareja; pero de igual forma el amor no le había pagado bien y esperaba por fin conocer a un hombre que le quisiera por lo que era.
Claramente había vivido años duros en la escuela. Acoso escolar y corazones rotos. Pero sentía que sería diferente ese año. Iba a dar todo de sí. Además, era completamente diferente. Había cambiado varios aspectos de su vida.
Había madurado.
Por otro lado, aún era pleno verano y Lucca había tenido que usar una camisa a cuadros manga larga, para que el tatuaje que se había hecho hace poco no sufriera ningún daño y permaneciera en buen estado.
Andrew su tatuador, le había sonreído al escuchar que había decidido que quería un tatuaje mucho más grande que todos los que tenía y lo había hecho sin chistar.
"Imbécil, estorbas" gruñeron a su espalda, pero Lucca no le tomó mucha atención ya que no creía que hablaran con él. "Si, tú."
El castaño decidió voltear y mirar, para encontrarse con un hombre de cabello negro. Su ceño estaba fruncido y Lucca rodó los ojos, mirando nuevamente hacia el frente y continuando su caminata.
Una mano tocó su hombro de forma brusca y lo giró, haciendo que casi diera una vuelta de trescientos sesenta grados por la brusquedad que utilizó.
El mismo chico estaba ahora a escasos metros de él. Mirándolo como si quisiera enterrarlo vivo. Pero eso a Lucca no le provocó ni una pizca de temor o cualquier otro sentimiento. Había aprendido a manejar a aquellos que se creían 'el ombligo del mundo' o los 'soy un chico malo, ahora orina en tus pantalones porque te golpearé'.
"¿Qué jodida mierda te pasa?" Gruñó el desconocido acercándose, hasta que sus pechos se tocaron. Lucca no se movió ni mostró ningún efecto por sus acciones.
"¿De qué?"
"Te dije que estorbabas y no te importó."
El castaño empujando con sus libros el pecho del chico y escupió: "A mí no me importa lo que me tiene que decir un estúpido como tú."
Los orbes del moreno se abrieron sólo un poco por la sorpresa, y luego volvió a retomar aquel ceño fruncido que lo caracterizaba "¿Quién eres?"
"No te importa."
El pelinegro apretó el antebrazo de Lucca haciéndolo hacer una mueca y segundos después quejarse. "Mira idio- ¿qué?"
"¡¿Acaso no sabes que es un tatuaje?!" Gritó Lucca furioso por lo que había hecho. "¡Además no tienes derecho de tocarme, maldito cerdo!"
"¡Sé lo que es un tatuaje!" El moreno igualó su tono de voz "¡Y lamento no saber que tenías uno reciente! ¡No soy un jodido adivino!"
Lucca se quedó estático al bajar su mirada al torso del chico y ver algunas letras en una de sus clavículas. Por inercia acercó uno de sus dedos allí y tocó. El morocho al sentirle, se alejó aún más ofuscado y dejó escapar un bufido.
"No me manosees otra vez" siseó acomodando su chaqueta.
"No te manoseé, sólo quería ver el tatuaje" chasqueó Lucca.
"Tengo veinte mil más, ¿sabes?" El muchacho tomó su labio inferior entre sus dedos índice y pulgar.
El rostro de Lucca se iluminó. Amaba los tatuajes, por eso Andrew le estaba dejando ser su aprendiz, para que algún día él pudiera tatuar. "¿Puedo verlos?"
"Ya quisieras."
El moreno rió seco y se volteó alejándose de Lucca, quien no había podido pasar por alto el hecho de que tenía que ver aquellos tatuajes.
No sabía cómo hacerlo, claramente no le iba a acosar o cualquier otra cosa rara. Pero si quería conocer sus tatuajes. Iba a ser difícil ser su amigo, se notaba que él no tenía muchos.
☆☆☆
Unos días después, Lucca encontró el teatro que había en la universidad y sonrió. No podía creer que había demorado más de treinta minutos en llegar allí. No había querido preguntarle a nadie, ya que quería comenzar a conocer el nuevo lugar en el que estaría por los próximos años.
No pudo evitar soltar un suspiro de felicidad al ver el gran escenario y los telones rojos. No era que le gustara mucho que la gente le viera, pero tampoco podía dejar de lado el sueño que siempre había tenido de cantar frente a un gran público.
Su mochila hizo un ruido sordo al caer al suelo, pero a Lucca no le importó. La dejó allí y comenzó a dirigirse a las pequeñas escaleras que lo llevarían directo al escenario. Pudo sentir sus manos temblar, pero tragó saliva y se posicionó en la mitad de este. Miró como todas las sillas del lugar se encontraban desocupadas, y abrió sus labios para que 'Stay With Me' de San Smith saliera de sus carnosos labios.
Cerró sus ojos y empezó a levantar cada vez más la voz ganándose la atención de un muchacho que se encontraba en una esquina, fumando.
El lugar estaba siendo llenado por la melodiosa voz de Lucca. Era hermosa y su acompañante sorprendido, sintió los vellos de su cuello erizarse, pero rápidamente volvió a tomar una postura seria.
Javadd cerró los ojos unos segundos, al escuchar aquel castaño de horas antes encima del escenario. Luego, abrió los ojos y soltó una pequeña risa seguida de una carcajada, mientras tomaba su celular y comenzaba a grabarlo. Sus planes eran que tal vez, si ese niñito no quería que nadie viera el vídeo, podría darle un poco de dinero por mantenerlo a salvo.
La sonrisa socarrona en los labios del morocho comenzó a debilitarse al oír las altas notas del chico y, no pudo evitar pensar que era una de las voces más lindas que había escuchado.
Por otro lado, un ruido sordo hizo que Lucca saliera de su pequeña burbuja y se asustara. Miró los alrededores y se encontró al mismo idiota que lo había tratado mal. Estaba gruñendo y recogiendo las partes de lo que alguna vez pudo haber sido un teléfono móvil.
"¿Se cayó?" Lucca preguntó juguetón comenzando a bajar del escenario.
"No te importa" siseó el moreno sin siquiera voltear a mirarlo. "Sigue cantando como un imbécil."
Lucca negó y puso sus manos en sus caderas cuando estuvo frente al pelinegro "¿Acaso me espiabas?"
"No lo hacía, sólo que si no sabías este es un teatro y aquí vienen las personas que quieran."
"¿Cómo te llamas?" Preguntó Lucca "Si voy a seguir encontrándote hasta en mis sueños necesito saber a quién tratar mal."
El moreno levantó la cabeza, y sonrió un poco.
"Javadd."
"¿Qué?"
"Me llamo Javadd" respondió mucho más fuerte, acomodándose en su lugar.
"Bien, Javadd" asintió el castaño feliz porque así podría conocerlo y por fin ver aquellos tatuajes que tanto deseaba "Creo que ahora podemos ser amigos."
Javadd se tensionó y se acercó a Lucca, amenazante.
El chico sin tener más lugar comenzó a retroceder y pronto su espalda golpeó la fría pared blanca del teatro.
El aliento de Javadd llegaba a las fosas nasales de Lucca y pudo percibir la menta y el cigarrillo que debía haber fumado hace no mucho tiempo.
"Tú y yo nunca podremos ser amigos."
"¿Por qué?" Lucca cuestionó levantando la cabeza de forma altanera.
"Porque no me caes bien."
Con eso Javadd se alejó de su cuerpo y caminó fuera del teatro.
El joven frunció el entrecejo por la estúpida respuesta que le había dado y corrió a tomar su mochila, que por un milagro nadie la había robado. Salió y acomodó su camisa pensando en las maneras que podría ver los jodidos tatuajes del ahora conocido como Javadd.