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La infortunada carta de mentiras

Capítulo 2 

Palabras:1740    |    Actualizado en: 11/12/2025

me sacó del borde d

o fue? ¿Tú y Alejandro fi

el grito que amenazaba con escapar. No podía hablar, ni una sola palabra. Tenía la garga

la Desgracia otra vez?". Hizo una pausa, un pesado suspiro al otro lado. "Entiendo, cariño. De verdad lo entiendo.

r. Sí, dolor interminable. Pero ahora, sabía que

su voz más suave, casi suplicante. "Es un nuevo comienzo para nosotros. Y cariño, hay a

e Cancún, alguien a quien había conocido brevemente de niña. Lo había descartado como un intento

dado tantos años. Cuatro años de esta... es

reer, de compartir su sufrimiento fabricado. Había venido hoy lista para sacrificarme, para soportar su penitencia, solo para descubrir su elaborado engaño. Había

bras apenas audibles, pero firmes.

o fluyó a través de

ente fuerte para tomar la decisión correcta. Yo

decisión estaba tomada. No más

eran una camilla. Mi corazón se retorció. Una parte de mí, la vieja e ingenua Ivana, todavía quería correr hacia él, consolarlo. Pero la nueva Ivana, la que acababa

ar, sus ojos vidriosos por el agotamiento. Me vio, y un destello de pánico cruzó

a pequeña y t

ndro", dije, mi voz so

ola de alivio invadiéndolo. Deb

sí". Intentó alcanzarme, pero sus brazos estaban demasiado débiles. "Lo siento mu

me burlé. ¿El próximo año? No habrá un

tico, pero mi corazón seguía siendo un bloque de hielo. Nos subieron al coche familia

muró, su voz como la de un niño. "Pero

ecruzando su pálida piel. Una ola de amarga ironía me invadió. Todo este

os, miró a Alejandro con una m

su voz baja, pero firme. "Algunas mujeres no esp

se rio d

los tiempos. Sabe que valgo la pena. ¿Verdad, m

eciendo otra sonrisa vacía. ¿Eso crees, Alejandro?

umecida, repasando la escena en la capilla, la conversación entre Alejandro y Bruno. Las piezas del rompecabe

co mejor después de recibir líquidos y analgésicos. Bu

da segundo de esta pen

llí, con los ojos rojos e hinchados, su cabello usualmente pulcro, despeinado. Parecí

amente apartándome. "¿Por qué lo hiciste de nuevo? ¿Por qué sigues

se desviaron hacia mí, un destel

¡Fuera!", siseó, su voz sorprendente

dos estos años que he estado a tu lado, viéndote sufrir, mientras ella vive su vida perfecta, esperando que saltes p

ferrándose a ella

abes que es así. Estás cansado de esto, ¿verdad? ¿De esta farsa int

tirón, su rostro endureciéndo

ometida, mi futura esposa! ¡La amo! ¡Y solo me casaré con ella! ¡No eres más

dose ceniciento. Sus ojos, llenos de

e...", balbuceó, su

a. "¡Vete! ¡Sal de aquí ahora mismo! ¡Si vuelves a decir una

la incredulidad. Sacudió la cabeza lentamente, una sola lágrima trazando un camino por su pálida mejilla,

si se hubiera accionado un interruptor, se volvió hacia mí, su

. "Ella solo está... un poco demasiado emocional. No

ban apretados, los nudillos blancos bajo la piel. Un destello de algo -no ira, sino una emoción profunda y compleja- había pasado por sus ojos cuando había mirad

a ser tan abierto, tan directo. Solíamos compartirlo todo. Solía pensar que lo conocía mejor que nadie. Era mi roca,

plana, "¿cuánto tiempo ha

apartando lige

l tiempo vuela". Se rio, un

sioné, mi mirada

luego

asistente, Ivana. Sabes lo exigente que es mi tra

había advertido. Bruno, que lo había llamado manipulación.

ofriante instalándose en mí. "¿

estello de su vieja a

esto. Inmediatamente. Nadie le f

endo. Le estaba mintiendo a Ariadna, y me estaba mintiendo a mí. Nunca la despediría. Estaba demasiado atado a ella, por culpa, por obligación, o por algo mucho más profundo q

engaño, tejiendo una enmarañada red de mentiras y emociones fabricadas. No solo me amaba meno

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