La infortunada carta de mentiras
mentiras de Alejandro y las súplicas desesperadas de Ariadna. Murmuré algo sobre necesitar aire fresco y pr
mágenes y palabras. Cuatro años. Ariadna. No puede soportar la idea de que me
renándose de mis extremidades. Lágrimas, calientes y furiosas, corrían por mi rostro, desdibujando los conto
ños. Adjunta había una foto descolorida de nosotros en la prepa: dos adolescentes sonrientes, nuestros brazos alrededor del otro, su cabeza apoyada en la mía. Está
s juntos, Ivana.
y engañoso? La comprensión de que él, a sabiendas y repetidamente, había elegido lastimarme, construir nuestro futuro sobre una base de mentiras, era un dolor físico. Había permitido que Ariadna, su patética y man
sonido crudo y gutural arranc
ejaba las emociones de otra mujer. Mi destino no era un futuro construido sobre dolor fabricado y pr
mento atrás, era a la vez aterradora y liberadora. Era la única manera de
a que ahora había terminado. Cada fotografía, cada regalo, cada recuerdo compartido fue cuidadosamente colocado en cajas. El proceso fue agonizante, una brutal excavación de mi corazón. Alejandro había estado tan entretejido en la te
rlo. Tenía que arra
egurar que no quedara ningún rastro persistente de nuestro pasado compartido. Este acto fí
os, un frío desapego instalándose en mi núcleo. Respondí con respuestas cortas y vagas, alegando que estaba ocupada empacando, cansada, o que simplemente necesitaba espacio. Él l
les y documentos para mi nueva vida estaban casi completos. Esa noche, justo cuando terminé de
nada hubiera pasado. "¡Y tengo la sorpresa más increíble para ti! Necesitamos recuperar el
o. Una década de un amor que ahor
n emociones. Mi corazón no se agitó. Era un latido f
nando complacido. "Solo dime a dónde ir.
en nuestro viejo lugar, donde me dijiste por primera vez que me amabas". Le di la dirección del restaurante en
trataba de un cierre. Para mí, al menos.