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Su vida pendía de mis manos

Capítulo 5 

Palabras:1109    |    Actualizado en: 17/12/2025

rio de años de estrés y emoción reprimida. Me agarré el abdomen, u

la pared opuesta de la escalera de incendios, con una pequeña botella de antiácidos en la mano. Debió haberme s

ambian, Casio -dije, con voz plana-. Pero mi dependenc

r, Alana. Tómate un tiempo libre. Te estás exigiendo demasiado. -Había

afiante jugando en mis labios-. Para algo mucho más importante que recuperarme del drama de tu familia. -Mantuve mis ojos fijos en el l

abello. Me estremecí, retrocediendo justo cuando sus dedos rozaron mi mejill

n la barandilla, una mirada nostálgica en sus ojos-. ¿Recuerdas esa vez en la universidad? Ten

scentes, el calor vertiginoso, la sensación de que la habitación giraba. Pero su r

risa orgullosa en su rostro-. Nunca te echabas para

ro mis pensamientos ya estaban en otra parte. Un suave zumbido vibró en mi bolsillo. Mi teléfono

labios mientras leía el texto. Era un recordator

s estado allí, animándome, preocupado hasta la muerte. -Mi sonrisa se torció en una mueca amarga-. Pero no lo estabas, ¿verda

se drenaron, dejando atrás una verdad cruda e incómoda. Sus ojos, usualme

ba aire. Necesitaba distancia. Necesitaba recordarme a mí misma que su v

amente, esquivé las rondas y me enterré en papeleo. Era una cirujana, no una

elve imposible. Una semana después, me encontré de nuevo fuera de la

damente en el brazo de Casio. Todavía estaba pálida, todavía frágil,

ceño. Eché un vistazo al expediente de Kori. T

as audible-. Es que... todavía estoy un poco débil. El doctor dijo que es común después de... después de un

ía, pero me aparté antes de que pudiera hacer cont

e extraña. Dice que tu habitación sigue igual, esperándote. Quiere que vuelv

veladas de los otros miembros del personal en la habitación.

vadió. La farsa era interminable, la manipulación emo

a un sabor amargo en mi lengua

de Kori antes de que la enmascarara con una expresión suave y agra

era. El peso de sus manipulaciones me oprimía. Necesitaba recuperar algunos objetos personales de mi antigua habitación, cosas qu

licada piel debajo. Una pequeña marca casi imperceptible, un moretón oscuro contra mi piel pálida, ahora era visible.

se abrieron de par en par, luego se entrecerraron en peligrosas rendijas. Su mirada se

se hincharon, un claro indicador de la rabia que hervía bajo su exterior cuidados

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