Sabrinna
casa en Marruecos miraba con los ojos llenos de lágrimas inderramables, las he
entaba una zona específica de mi cuerpo y con una
botiquín me ardió en las heridas de mis pechos y mordí mis labios, sabiendo
y por obligación mi madre, la mujer no era escuchada y sí era objeto del deber, más
fuera, no importaba nada, me pidiera en matrimonio y la crueldad inc
e tuvieran, ellas eran solo suyas y eso, era justo lo que mi venga
para haber podido sobrellevar aquello de manera menos horrorosa, pero
as rodillas flexionadas bajo mi barbilla. No podía dejar de pensar en la noche anterior. En sus manos en mi cuerpo. Su boca mordiendo mis pechos, sacando sangre para beber como el psi
a, pero todo lo demás lo había tomado repetidas veces y el ardor de su dominio, aún laceraba mi conciencia y oscurecía mi
al frío de mi ventana, esperando que aquel animal viniera por mí, para bajarme a la sala en cualquier momento pue
io bajo su techo donde mi padre no hacía nada por impedirlo y mi madre ni siquiera sab
ndo todo el derecho a la libertad que tienen las mujeres occidentales, se casó con un árabe viudo y con un niño pequeño de cinco años que pasó a ser el her
ez meses de edad, éramos una, a la hora de desarrollar ideales y desd
ser jamás. Y los burkas, solo los usábamos para ir a las escuelas, y al terminar la enseñanza media, nos habían impedido seguir estudiando, según papá debíamos ser buenas esposas y eso, lo
onidos inconfundibles que azotaban las es
atizando con mi dolor. Era una estupidez de mi mente y lo tenía claro, pero disfrutaba pen
ara su vista. Ya tenía dos cicatrices en mis nalgas y bajo un pecho, pero la amenaza seguía en el aire y no le podía permitir más marcas o me
n el bullicio y algo grande estaría pasando para que aquella alg
tivó la rebeldía en un mismo tono. Estaba muy bien e
on la alfombra y caminé hasta estar delante suyo, que ya se qu
smo compraba para mí- si decides contarle - me dió la vuelta soltando mi cuello para agarrar mi pelo e inclinarme sobre la cama, con las rodillas en la esquina del colchón y su miembro en la entrada herida de mi ano - esto... - se hundió hasta el fondo de mí y ni un sonido le dí el placer de emitir, solo cerré mis ojos y aguanté la respiración porque sabía que me presionaba contra la cama para que me faltara el air