Un Ángel en alquiler
ojos de cordero, que parecían tem
con dolor su pecho- No me malinterpretes ángel...
nsé en
lentamente a la rubia, quien se movió hacia dentro
l calor excitante que emanaba ese cuerpo fornido- Es lo que en verdad quiero... está fuera d
llena de deseo. Avanzó más, y sin dejar de mirar a su hermoso ángel cerró la puerta detrás de sí. Dejando la ha
su piel suave y caliente, hasta que sus tímidos dedos palparon con sus yemas los labios del jov
Thomas apretó la estrecha cintura de la joven y la acercó más contra
del hombre, excitándola aún más- Llévame a
iendo que la rubia rodeara su cintura con sus piernas y se co
zándose con todos los muebles que se interponían
joven, sin querer dejar d
a luz azulada de la luna que entraba por la ventana enrejada
cama, y con delicadeza se deslizó hacia
supo que había tomado la decisión correcta cuando se
los suyos, sus mejillas sonrojadas, su boca entreabierta, húmeda y de respiración agitada. Con s
con una camiseta blanca desde donde se marcaban sus pezones duros que tuvo que contenerse para no morderlos. Con sus manos calientes y algo temblorosas d
egros deboraron cada curva, cada textura, su piel de gallina, sus peq
surró su ángel
los bordes del joggin junto con la ropa interior de su ángel, deslizándolos con desesper
se tornaba rojo de la vergüenza e intentaba cubrir sus partes privadas c
un hilo de voz- yo tambi
ompletamente desnudo frente a Celeste, que poco a poco bajó, desde el rostro de su cliente, luego a su cuello, luego a sus pectorales fornidos con
fuerza y hasta humedecerse en su punta rosada. Se relamió los labios al ver semejante grandez
, que respondió a su pregunta abriendo sus piernas y abrazando la cintura del joven- Así me gusta- gruñó vibran
ellas era no quedar embarazada, no cuando su cuerpo era su ingreso de dinero, aunque se m
y sacó un preservativo, que abrió con avidez- ¿Puedo?
vez. El simple tacto de esos dedos apenas rodeando su miembro
ara cubrirlo por completo, era la primera vez que veía uno tan grande. Ninguno de sus
e su miembro en la entrada caliente y húmeda de su ángel- ¿
rededor de la cadera estrecha de su cliente, empujando
retaban, mientras el cuarto se bañaba de los gemidos entrecortados y agudos de su ángel y los gruñidos graves de él
encio que se moviera, que la destrozara, que
letamente hasta el fondo. Se movió de un lado al otro, for
favor!- supli
as, como una bestia que había sido encerradas con caderas y que ahora había sido liberada para deborarse a ese ángel. Empujó y empujó con más fuerza, su
ojos húmedos, la mente borrosa, solo pudiendo concentrarse en el miembr
aceleró la marcha y explotó. La habitación se llenó de un último grito de ambos, antes de caer casi inerte sobre el pequeño c
o fu
stando su rostro en el cuello de su ángel, a
nunca allí, nunca había confiado lo suficiente en alguien como para cerrar los ojos y quedarse completamente dormida y vulnerable. Per