La venganza de un científico: Nueva vida
Elara
ratorio profanado, su sonrisa enfermizamente dulce, la bandeja de donas un
z baja, peligrosamen
Valdés! Solo traía algunos bocadillos. Damián pensó que a todos les v
palabras cortantes-. La comida está estrictamente
us ojos se abrieron inocentemente, pero vi el brillo malicioso debajo de la fach
impecable bata de laboratorio. Su mano, en un torpe intento de "estabilizarse", rozó mi b
l restante de mi laboratorio. María se ade
e angustia. -¡Oh, Dios mío! ¡Lo siento tanto, tanto, Doctora Valdés! ¡Soy tan
camente-. Solo sal, Brenda. Ahora. Antes
de nuevo y Damián entró, su rostro una nube de tormenta. Observó
gruñido peligroso. Me agarró del brazo, su agarre m
r. -¡Ella hizo esto a propósito, Damián! ¡
icamente. La levantó en sus brazos, acunando su cabeza contra su pecho. -Mi pobre niñ
ficialmente al laboratorio como investigadora principal. Con efecto inmediato.
rcida venganza. Obligarme a trabaja
recuerdo de nuestro bebé, el dolor del aborto espontáneo, la aniquilación total de mi tra
re. Y si es tan brillante, puede decirte exactamente cuánto costará esterilizar y reiniciar todo el laboratorio por esta cont
os de Damián, sollozó. -Solo eran unas
incipal' es demasiado ignorante para entender los protocolos básicos de laboratorio? Ad
ndo a Brenda. Hubo un breve
os, secándose los ojos. -Yo lo limpiaré -declaró, agarrando una toalla de papel. Lueg
icado zumbido de la maquinaria se apagó en un silencio ominoso. María gritó: -¡No!
entos, sus rostros pálidos de pánico. Uno de ellos, el Dr. Chen, un brillante joven microbiólog
trina, enviando fragmentos de vidrio y especímenes preservados esparciéndose por
ió todo! -se lamentó Brenda, señaland
cristal. Miró al Dr. Chen, sus ojos ardiendo. -¡Estás despedido! -rugió-. ¡Fuera de mi laboratorio
r. Chen-. ¡Él no la empujó! ¡Ella se tiró! ¡Y acaba de destruir equ
¡No soportas que Brenda esté aquí, contribuyendo! ¡Siempre estás tratando de socavarla!
mi equipo, Damián! ¡Estás destruyendo años de investigación basándote en la
todos los daños, Elara! ¡Cada centavo! ¡Y si oigo una palabra m
, Damián! ¡Se trata de la integridad de la investigación científica! ¡Se trat
lara. Es solo un laboratorio. Podemos reconstruirlo. Lo importante es el b
-dijo, su voz débil-. Solo está estresada. Pero mis pobres don
ardias de seguridad que había traído. -Asegúrate de que cada científico en esta sal
joven becaria, con lágrimas corriendo por su ros
de intervenir. Pero los guardias de seguridad i
sonrisa engreída y triunfante se extendió por
soluto, me recorrió. No pensé. Solo actué. Pateé al guardia de segu
ruinadas y las arrojé, con todas mis fu
ú misma, pará
pegajoso y migas. Damián, momentánea
tro contorsionado en una má