La venganza de un científico: Nueva vida
Elara
cerrados en su abrazo, se sobresaltaron. La cabeza de Damián se l
ugada en la tierra fría y dura, un charc
mezcla de conmoción e incredulidad. Corrió hacia
era una agonía. Mi cuerpo estaba roto, destrozado. Intenté hablar, pero so
yaciendo allí, rota, pero mi mirada estaba lle
uerte, más cerca. Luces rojas y azules parpadearon a través de los
struo -grazné, cada palabra un fragmento de vidrio en mi garganta-. Tú hiciste esto. Tú..
uridad me rec
al, sino una familiar. Mi propia habitación. La que compartía con Damián. Las ventanas estaban se
Pero esta vez, sus ojos no estaban enrojecidos por un fa
plana-. Realmente intentaste arruinarme, ¿verdad? ¿Des
pesar del dolor punzante en todo mi
Dije que estabas angustiada, alucinando después del aborto espontáneo. -Se inclinó hacia adelante, sus ojos entrece
olían estar las emociones. El Damián que conocía se había ido de verdad. Solo qued
je, mi voz tranquila, firme-. Tú ere
¡Retiraste a todo mi equipo de investigación de la 'Cumbre de Innovadores'! ¡Brenda tuvo que act
e se negaron a participar en tu farsa. Vieron a Brenda por lo que era:
¡Eres una mujer vengativa y manipuladora, Elara! Y estoy harto de eso. -Se levantó, cerniéndose sobre mí-. Necesitas reflex
Me estás... me estás
para pensar. Para recuperarte. Para que entres en razón. -Recogió mi teléfono de la mesita de
ta y caminó ha
o, todavía débil y dolorido por la caída, se negó a cooperar. Mis
n un golpe sordo, el sonido de una llave girando en
o no hubo respuesta. Solo el escalofriant
el exterior de mi ventana, bloqueando la l
los míos, me traía comida tres veces al día. Nunca hablaba, solo colocaba la bandeja en u
y manipuladora. La risa profunda y resonante de Dami
iación, todo se desvaneció, reemplazado por una resolución fría y silenciosa. Ya no lo a
mi bandeja de desayuno, me moví. Rápida como un r
te de la sala de estar. Me acerqué sigilos
en el sofá, su cabeza apoyada en su hombro. Él le ac
o, rápidamente enmascarado por una inocencia fingida. -¡Oh! ¡Doctora Valdés! ¡Está fuera! ¡
No hizo ningún movimiento para levantarse, n
tí nada más que asco. Me di la vuelta
. Corrió hacia mí, su mano extendiéndose, tratando de agarrar
su contacto. -No lo hagas -dije,
vor, Elara! ¡Podemos arreglar esto! ¡Da
primida, toda la humillación, toda la traic
LA
cabeza de Brenda se echó hacia atrás, una ma
LA
ó, retrocediendo, sus ojos abiertos de
es. No más mentiras. Esto es real. -Señalé con un dedo tembloroso-. Y esto es solo el principio. T