La venganza de un científico: Nueva vida
Elara
enda se tensaba. No dijo nada más, simplemente la levantó en sus brazos y
sus ojos. -Elara -comenzó, su voz sorprendentemente suave-, y
amián y yo el día de nuestra boda, riendo, llenos de esperanza. La levanté, mis dedos trazando su rostro sonriente
bró con una notificación. Un mensaj
loroso. Brenda. Y Damián. En una habitación de hotel. Riendo. Besándose. Su mano aca
aslighting, la manipulación, la constante defensa de ella. Todo era un juego retorcido. No me amaba. La amaba a el
r la mujer ingenua que una vez fui, la que creyó en sus mentiras, la que se aferró a un
a mansión que una vez fue nuestro sueño. Ahora, se sentía como una jaula dorada. Me quité
la de después. Estaba con Brenda, sin duda, jug
o, tirando cosas, exigiendo acceso a todos los prototipos. Dice que Damián le dio el control total. Hoy destruyó accidental
ranquila-. Solo asegura todo lo q
a con la investigación? ¿Y ust
ía. Solo... agua
riunfante en su rostro, un ramo de rosas rojas llamativas en su mano. No se había molestado e
nda se siente mucho mejor. ¡Y ha hecho un progreso increíble en la investigación! Necesita presentar
robó a mi hermana muerta? ¿La investigación que destruyó cuando borró mis servido
reció. Me agarró del brazo, su agarre una vez más magullador. -Elara, no seas infantil. E
n berrinche, Damián! ¡Estás dejando que tu amante destruya tod
ación, sus ojos enrojecidos, su rostro contorsionado en una másc
lamentó, agarrando mis piernas-. ¡Por favor, n
ado de Brenda, levantándola y acunándola. -¡Brenda, mi amor! ¿
o de una joven, parcialmente desvestida, claramente angustiada. -¡Está amenazando a mi hermana,
sus ojos ardiendo con una furia fría y aterradora.
ción de premonición. -¿Hacer qué, Damián? ¿Fabricar algunas fotos escan
sponde la pregunta, Elara! ¿Am
. Realmente le creía. A ella
me rebajaría a un nivel tan bajo y patético? ¿Usar a la familia de a
ara de sospecha. -Ya no sé qué pensar
e me casé nunca creería las mentiras de esta mujer vil por encima de mí. El hombre con el que me casé nunca protegería a u
gimió. -¡Está diciendo cosas horrib
abó, Elara. Has cruzado una línea. Voy a hacer que te arrepientas de esto. -Apretó
a esa mirada. Esa era la mirada de un hombre que esta
egunté, mi voz temblan
ser humillada. Ser expuesta. Ser vista como nada más que una mujer desesperada y
ridad dieron un paso adelante de
No! ¡Damián, qué está
Luché, pero su agarre era como el hierro. Me arrastra
rípodes, colocando cámaras profes
é, mi voz cruda-. ¡Eres un mald
, mis súplicas cayendo en oídos sordos. Brenda, todav
estaban en su lugar, las luces deslumbrándome. El pánico se apoderó de mí. Me agité,
l. Ahora estaba allí, observando. Brenda se asomó por encima
hagan! -grité, las lágrim
nía, pero fue inútil. Eran demasiados, demasiado fuertes. Uno de ellos me golpeó en el
ullado y expuesto. Los flashes de las cámaras come
Esto era peor que el dolor físico, peor que el ab
su mano buscando su cinturón, sus o
to no.
eración sin adulterar, me recorrió. Mo
la pared, una astilla desesperada de esperanza. Me arrastré hacia ella, i
fuerte, impulsada por la pura voluntad de sobrevivir. Golpeé mi cuerpo cont
caía en picado, una imagen final se grabó en mi mente: Damián, sosteniendo a Bren