La Reina del Dragon
pte
e como el Vi
e hizo una mueca que mostraba los dientes. -¿
o. El banquete está a punto de comenzar. Mi señor Merlín, puedes sentarte
por qué se sentía tan incómodo. En aquella sala había tanto odio que bastaría para hacer arder toda Britania. Aquél era un pensamiento profético, pero no lo sabía. Se volvió a preguntar por qué los humanos tratan siempre de ocultar su desprecio mutuo bajo comportamientos sociales hipócritas. Si él sintiera lo mismo que la mayoría de los humanos se
e sentó al otro lado de Maeniel. -Ese asiento es de m
o -respond
ra aquí, se sentaría
está, yo le gu
están sentados en un sitio de mujeres. No querrían que nadie creyese
sta hartarme. Estoy hambriento, así que insúltame despué
ataré como a una mujer. -Se rió de su propia estupidez y dio un
en la mesa del rey, observó al sajón co
o el sajón, ya sin sonre
s -le respon
pués sujetaba aquella mano que había estado sobre su muslo entre los omóplatos del propi
rtió Maeniel-. Puedo rom
ban repartiendo las copas y las mujeres las llenaban tras ellos con la mirada baja. Vortigen miraba al
ey, de lo contrario te rebanaré el cuello con tu
codo casi hasta el punto de dislocación. El
dice. -Era la
r saliendo de una tetera. Maeniel soltó
con suavidad. -
pero parecía que no hacía caso de su situación o no tenía miedo, pues desprendía un olor que a Maeniel le recordó al del agua clara y fría, y algo más concreto, tal vez romero. Le sonrió al llenarle la copa, y cuando Maeniel se encontró con su mirada encontró en ella algo especial. «Vaya, soy siempre muy susceptible. Muchas cosas me molestan
ía a su compañero, sentado a su lado. La rabia que había sentido Maeniel cuand
surros-. Debe de ser una de las de Vareen. Me pregunt
spondió el sajón
el otro guerrero-. Seguro que ese cerdo tragó
seguros. No sólo pensaban que nadie podría oír sus murmullos, sino que, aunque no fuese así, sería imposi
as villas roman
rza -continuó Cara Chata-. No
a por tod
orque eso
lla
un brinco al recibir la patada de
bles d
Todos los invitados vaciaban sus copas de buena gana, y las mujeres hacían una ronda tras otra sirviendo más vino. Merlín se levantó. Sostenía una gran copa
ente ganada que disfrutamos en esta isla. -Merlín
ndo el animal se lanzó hacia él y le clavó los colmillos en la muñeca. En ese preciso instante, Maeniel notó el frío filo introduciéndose en su cuerpo. Se dio la vuelta. Cara Chata hundía un cuchillo de hoja larga, de
del rey. El lobo despertó y saltó desde las profundidades de la mente, obligando a Maeniel a que se produjera la transformación con tal de salvar su vida. Un segundo después, el lobo gris se colocó ante el asiento
e, la serpiente rodeaba su cuerpo con dos vueltas. Volvió la cabeza y dos ojos rojos y centellean
de músculos bajo ella. Vareen, moribundo, lo vio. ¡Venganza! Los mismos dioses reclamarían venganza por lo que el druida había hecho. Merlín lo había planeado todo con la ayuda de los sajones y de los grandes señores que vendían a sus propias gentes y traicionaban
el grito de
sparados hacia el techo troncos y trozos de la serpiente. Comenzaron a llover esquirlas de cristal como pequeños cuchillos de colores grisáceos sobre culpables e inocentes. Las esquirlas atravesaron un brazo a Merl
ío, precipitándose a la nada mientras el veneno de aquella criatura mágica salía de su cuerpo. Y después volaba sobre las nubes. Durante unos instantes vio un mar levantándose, moviéndose, agit