La Reina del Dragon
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de inmediato, aunque sólo lo había visto unas pocas veces, y muchos años atrás. Acababa de volver con sus dos acompañantes y la pequeña
pas y un héroe por sus armas. Y huele a moho, sólo se me
oso gesto de reconocimiento, se acercó a Maeniel y lo sal
, mi señora, dejando a un bebé en un lugar tan peligroso? Sabes muy bien que yo no
dejar a la niña con los lo
o no se me ocurre por qué debe
rango lo exige. Además, quiero que conozcas a Dugald y a Titu
Ti
cio con los labios-. Dugald está convencido de que aún
r controlar
¿verdad? -respondió
de la fina capa de cenizas. Fuera, el viento se levantaba y ambos podían oír el oleaje del mar. La marea estaba bajando, y
a tormenta? -p
rubia del sajón está aquí. Preferiría mil veces cenar con los lobos. Los lobos pueden exi
nosotros má
mi amigo a mi lado en la mesa principal -dijo
minó la cervez
rillaban en las sombras. La ebanistería se veía realzada con imágenes pintadas, combinando exóticas fieras y plantas trenzadas en macramé, todo ello pintado en rojo, verde, dorado, azul, naranja, lavanda, violeta y otros colores para los que un lobo ni siquiera tenía nombres. Tras el gran banco situado en el extremo
todos los días -le explicó Idonia a Maeniel orgul
aguamiel dio un chillido y se alejó de la mesa
bio soltó u
una belle
de la mano. La joven agachó la cabeza cerca del rostro de Idon
e molestas en escucharlo -dij
uál
as hijas de buena familia. Vienen a
Idonia-. Se encuentra sentado entre las demás gentes de mi pueblo. Así que si tus planes
sajón enroje
tirse halaga
los hombres de su pueblo no compartirían ese sentimiento. Escuch
s pretensiones... Todos saben que carecen de moral. E
a aprendido. -¿Qué oyen mis oídos? ¿Te consideras un romano? En los tiempos en que yo conocí a los r
ó, y deslizó la mano hasta
no son las mismas que las vuestras y las de Roma, pero a su manera respetan
más firmeza la emp
ó Maeniel-. Te arrebataré la
una sonrisa tan amplia que d
r lo que Maeniel pensó que también debía de estar sonriendo. En ese mismo momento llegó la comida y todo el mundo se preocupó por conseguir lo que más le gustaba. La muchacha a la que el sajón había molestado sirvió a Maeniel con gran solemnidad el plato más
o de carne para sí y dejó el resto a los demás. Idonia se sirvió también, y lo mismo hizo Dugald. El sajón, en cambio, no quiso. Maeniel se sentía satisfecho. Sonrió a la muchacha y ésta le dedicó
ba. Era una muchacha muy bonita, de pelo castaño oscuro como u
mm -
a. Ya he hecho los obsequios necesarios a su famil
e ahora sólo podía comerla cocinada, le gustó especialmente el añojo, y se entretuvo pensando en cómo ser generoso al día siguiente. De ningún modo iba a rechazar la hospitalidad de Idonia. El broche que sujetaba su manto era el único objeto de valor
ada cierto tiempo. Idonia le había dado un lugar de honor a su lado, había recibido los mejores platos y se le habían dedicado muchas atenciones especiales. Si es que conocía un poco a los humanos, sabía que por lo menos la mitad de aquellos que lo observab
con una jarra de plata rebosante de hidromiel. Sirvió un poco en su copa y le sonrió, a continuación le rozó la mejilla con los dedos delicadamente pero con un gesto posesivo. Maeniel le devolvió la sonrisa y le ofreció la co
ía alguna disputa seria entre sus gentes, un negocio o una boda importante pendiente o incluso el nacimiento de algún niño, ése era el momento de planteárselo. Quizá no se solucionase en ese preciso momento y lugar, pero era cuan