La Reina del Dragon
pte
pertarse entre los árboles. La sed le había arrancado del primario mar de oscuridad. Todo lo que habíatenido lugar en el banquete de Vortigen parecía un recuerdo remoto o los últimos vestigios de una pesadilla. El hecho de
ojos rojos y centelleantes. ¿Había logrado matarla? Ella sí había matado a Vareen. De hecho, Merlín había puesto toda su atención en acabar con Vareen, considerándolo mayor amenaza que Vortigen. Dios mío, tal vez nunca pudiera comer ni beber, pues lo devolvería todo. Moriría en medio de grandes tormentos. La sed le quemaba los l
en medio del campo. La muralla, el terraplén y la zanja, y en una colina cercana un castillo cubierto por la maleza y pequeños arbustos. Durante unos minutos se preguntó cómo había podido llegar tan lejos de Tintagel, casi al otro extremo del reino, pero una serpiente que iba a beber lo distrajo. A Maeniel se le puso la piel de gallina y echó a correr dando un bramido desgarrador y amenazante. La serpiente, un ejem
cuando la serpiente se dio la vuelta, lo
despierto cuando una hembra de liebre y sus crías se pararon a beber, y también cuando aparecieron un semental y tres yeguas que vagaban por las colinas. Pero ni siquiera se movió y permaneció cerca del mac
las tetillas rebosantes de leche y carne en el estómago para sus crías. Bebió y sus ojos se encontrar
e un poco de lo que tienes en
cuidar de m
vez que haya recu
encuentra a un extraño descansando bajo un matorr
uy lejos de aquí y no cre
si fueras un... -No sabía e
beza. Ella significab
olvía a su cuerpo como la lluvia empapa la tierra tras una larga sequía. Cuando se puso en pie, estaba delgado, p
cuatro caballos. Estaba convencido de saber l
la hembra. (Los lobo
decir: «Sí, hay osos
con
ciló un
e pro
no te costar
ueva. Todavía quedaba mucha carne en el cuerpo del animal muerto. La hembra se sentó, y alzando el hocico dio un aullido de aviso. Ella y Maeniel comenzaron a comer. Él empezó por la grupa, donde ya había comido el oso, y le dejó a ella las paletillas. S
bló: -No os preocupéis por él. Ademá
odía calcular que no tenían más de dos años. Ella tendría la misma edad; en una manada
? -pregun
s se miraro
S
tros. Yo puedo a
redecir sus extraños comportamient
inaran de olfatearle desde el hocico hasta la cola. Después de t
complicaciones que conllevaba el deseo humano. Tenía otras obligaciones, pero no sabía cómo encontrar el camino de vuelta a Francia, o si ni siquiera podría lograrlo. Incluso si así fuera, tardaría meses o años en atravesar aquel país sacudido
ado una decisión. Se levantó cuando la hembra terminó y la acompañó hasta la guarida para alimentar a las crías. «Será agradable volver a tener una familia.