Los hermanos Plantagenet
as acababan de tener lugar los acontecimientos ante
o y la vista fija en aquella casa, de donde había huido no queriendo defender á su hermano en una
sótanos de la taberna, creyéndola invadida por archeros del Obispo
rridos de acero contra acero, juramentos y gemidos; una ronda que pasaba entró, como hemo
ese nada grato en la Torre, se hacía el reacio, dando grandes gritos y obligando á los alabarderos á comunicarle cierto deseo de andar con el regatón de l
fué uno de ellos. Corrieron como frenéticos, si bien evitando ponerse al alcance de las armas de los alabard
berna abandonada y la recorrieron; al llegar al aposento donde había tenido lugar la catástrofe, un aullido de indignación salió de todas las bocas; los que no podí
bían asesinado á los cuatro hermanos de la niebla. Los que se hallaban en el aposento tomaron en hombros los cadáveres ensangrentados, y hallando la comunicación de la otra escalera salieron á la calle; y para que nada faltase á lo terrible de es
uardaban cerraron la poterna de las torres que en aquel tiempo defendían el puente, pero en vano; las piedras y los proyectiles de todo género, lanzados contra ella por la furiosa
ndose á lo largo de Lombar-Streed, Fenchurch-Streed, hasta cerca de
an cada vez m
la reina! ?muera el justic
uera tributos!
s estudiantes y los vendedores que habían sido pagados, y que llevaban en hombros los cadá
Asta-de-buey, de Tom Flavi, de Jorge Rak y de Williams Caridemus, y alumbrados por hachones que los hacían visibles á la multitud;-?ingleses! la sangre de cuatro
sición de los sangrientos despojos; la voz del estudiante fué oída en tod
es, persuadióse que habían sido inmolados por
pectáculo
e los hachones de los sublevados, y recortaba su negro perfil sobre el fondo luminoso, producido por el incendio de Sowttwark. La plaza completamente invadida, ofrecía la vista de un revuelto mar cuyas olas eran de rostros, en cada uno
sobre todos los rumores, el lento y grave toque de cubre-fuego, á qu
el andamio hizo un ademán de silencio, que fué obedecido
habitantes, que serán muertos si no los salvamos. Es
fin, manchando de sangre á los que se api?aban á sus pies. La situación se hac
s! ?Que suelten á A
a sido preso por una causa independiente de alboroto, é indudablement
ría las turbas buscando la decisión en todos los semblantes, mostrando en el suyo una marcada expresión de disgusto. Cuand
piedra de la Torre, y á no dudar, ma?ana hará falta mi pr
uido á la multitud desde Sowttwark: una vez allí, tomó un hacha y un saco, apagó la luz, salió y se dirigió á All-Hallow
de la puerta, observaba con cierta curiosidad el tumulto de Tames-Str
rnó á Godofredo y le
por una cabeza apestada! ?Por san
acó uno de los florines que no había podido repartir, i
erido, gustaba poco de palabras inútiles, pue
ntrad; ?necesitá
raed u
Godofredo que le siguiese por la entrada de un oscuro pasadizo. Descendieron por una rampa de corta e
nsoportables; alrededor de los pilares habí
os de hoy? preg
algo adelante sin responder, y se detuvo delante de un pilar en que
ra si Godofredo, y luego a?adió alto
uno tras otro el semblante lívido
o de ellos; éste me conviene, y se?aló un hombre de mediana estatura, cuyo s
olorado; asió el cadáver por los cabellos, le tendió sobre el suelo, y de un solo golpe le cortó la cabeza, que guar
qué bruja será la
utilado, y tornó al dintel del ce
es-Streed seguía
Romance
Werewolf
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