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Los hermanos Plantagenet

Chapter 8 UN INSTRUMENTO ROTO

Word Count: 1891    |    Released on: 06/12/2017

OCED

judío Saul ó Agiab esperando aún en la sala de armas de la casa de lady Ester

una manera tan descortés le había sido cerrada por la insolente doméstica, que había introducido un hombr

al que nos ocupa le había cabido en suerte, al nacer, una de esas irresistibles propensiones de dominio y de orgullo, con

le muestra que el amor sólo está de su parte; que ha sido, en fin, el juguete de una mujer. En

e Salisbury había quedado abierta; Saul la empujó, y antes de l

a, y en su semblante estaba pintado todo su amor; amor confiado, inmenso, sublimado por cuatro a?os de ausencia y de espera

e repente, adelantando mudo y mesurado hacia Est

vista fija devorando á la joven; al fin d

?Dios o

recejo al ver á Saul; pero aquella expresión de un marcado disgusto fu

, Saul, contestó vol

onrisa en la hermosa boca de la joven lady; siempre una mirada afectuosa de ella había co

mo acompa?ante para el festín de esta no

aul se mordió con furor el labio inferior devorando un

sición respecto á vos es hoy enter

n ademán tan soberbio, que hizo retroceder á Saul; ?quién se atreve á

que me creo con tanto derecho, si no c

ite un bufón ó una bailarina!... ?habíais llegado á creer, miserable, que la hija de mi padre había fijado su atención en tí, mas q

que no tiene otra mancha que haber sido vencida? ?Bah! lady Ester, si vos sois entre los vuestros una noble descendiente de los Salisbury, yo soy rey entre los míos. El nombr

yo he doblegado mi orgullo hasta cruzar mi palabra con la tuya? ?

taba elevarme. Era rico, y arrojé el oro con largueza. ?Por el padre Abraham, se?ora! Esos orgullosos lores y barones me admitieron entre sí, porque mi oro entraba á manos llenas en sus arcas. La reina regente, Eleonora de Guiene, necesitaba mucho oro para alentar el bando que debía destronar á Ricardo y colocar en su trono á Juan-sin

con visibles se

a; buscaré un enemigo poderoso é implacable...? Dios me arrojó entonces junto á vos; leísteis en mí un amor loco, sin más ambición que vos, intenso lo bastante para doblegarme á servir vuestra venganza sin condiciones. Si vos me hubierais dicho: ?Necesito la vida del Obispo,? yo os hubiera traído su cabeza; pero os guardasteis bien de hacerlo: demandar un sacrificio es obligarse á otro sacrificio, y vos, pensadora más de lo que vu

e y glacial, escuchó un momento

an hasta allí las voces del motín de Tames

owttwark? Es un incendio. ?Y sabéis qué pide ese pueblo que incendia

que les ocasionaba el incendio, habían corrido frenéticos á engrosar el tumulto, y sus gritos se elevaban, subiendo como un alarido infernal á la misma altura que las más elevadas aristas del incendio; las tinieblas habían cedido á su resplandor, y un rojizo ref

a, con toda la terrible grandeza de su belleza, valiente, audaz, devorando en una ojeada aquel aterrador panoram

plosión de orgullo indomable, inmenso, que aterró

la joven; salid, ú os mand

o te adoro, y prefiero morir á provocar tu enojo; d

ez más implacable, mientras

desfallecida; ámale, pero déjame que

tó con doble

evantándose con energía; llamad á vues

caer fatigada

, que rompéis cuando no os sirve: en bue

, y me obligaréis á dar

l retrete. Pero en aquel momento, y antes de que Ester tuviese tiempo de llamar á su servidumbre, un hombre entr

á tiempo, hija mía, dij

ien venido sois siem

na estatua junto á la pue

ros en salvo y ver si podéis salvar algo de vuestr

aquella oportunidad para salir de una posición difícil, desapareció

ja mía, dijo el anciano

padre mío, co

no; pudier

ardía sobre la mesa, y salió de

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