Incertidumbre

paseos a caballo, en bicicleta, en automóvil o en coche. Por la noche se bailaba en el Casino

ensaba en partir de Etretat. Todos sentían alejarse desp

a separación, hasta las se?oritas d

o la cuestión de la partida, Huberto se apro

azar en el castillo de unos antiguos amigos. Ha partido sola de Carlsbad; ahora está instalada en la finca de nuestros amigos, y es necesario que yo me decida a reunirme con ella. Jamás he sentido tanto pesar en dejar un sitio. No vaya usted a creer que es a causa de las diversiones de la playa; es usted, exclusivamente

En cuanto a mí, confieso que lamentaría que las agradables relaciones que hemos iniciado aquí, q

haberme comprendido! ?Me pe

d a eso en París, cua

a a parecerme

i le diera mi despedid

uy delicada; no tengo el

to le tomó la mano y la llevó a sus lab

de ella palabras alentadoras, todo revelaba el proyecto que perseguía. Se interrogó. ?Le gustaba? ?Ah, sí! Huberto era elegante, distinguido, diestro en todos los sports. Sabía que había frecuentado mucho el gran mundo, y, además, la amaba... Seguramente, consentiría de buena gana en llamar

s que le prometía aquella unión plausible, según las leyes del mundo,

omparación entre él y Huberto, y recordó que nunca había visto en los ojos de éste, por conmovido que estuviera, el fulgor de pasión

ón de Juan y el amor de Huberto? No la veía, y, sin embargo, la a

ahí algo que no le gustaría al se?or Aubry. En realidad, parecía que el único objetivo de la existencia de Huberto fuera concurrir to

a luego más que una naturaleza de petimetre sin más propósito que disfrutar de los placeres del

tos indecisos y contradicto