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Tristán o el pesimismo

Chapter 3 QUIETO, FIDEL!

Word Count: 4624    |    Released on: 06/12/2017

ata era alto, delgado, de agradable rostro ornado por unos ojos de suave mirar inteligente y p

o y Elena se está vistiendo. Vamos a la glorieta a descansar

reselva y se acomodaron en dos butacas rústicas de paja delante de una gran

s dejado

oca y mi tío demasiado cuer

án también riendo-. Son dos elementos químicos que se n

Como que mi tío

, pero discurre con acierto, juzga con justicia y sabe lo necesario para conducirse en la esfera en que Dios le ha colocado. Desgraci

compare us

con el mundo espiritual gracias a la música eso signifi

ha leíd

de los hombres de negocios: por la Bolsa, por todos los círculos financieros soplaba un viento helado de muerte; los más audaces huían; los más valientes se apresuraban a poner en salvo su dinero; a las puertas del Banco de Espa?a se acumulaba la muchedumbre para cambiar por plata los billetes. En aquel día memorable he visto a tu tío en la Bolsa hecho un héroe, la actitud tranquila, los ojos brillantes, la voz sonora, lanzando con arrojo todo su capital a la es

que hizo

us ideas y de sus sue?os para labrarte un capital... él también era un poeta, él también tenía talento... Pero naciste tú y comprendiendo que su lira no podía darte de comer la arrojó lejos de sí y se puso a trabajar... Agradece al diario, al mayor, al copiador, a esos pr

mán. Lo que he dicho de mi tío es una bro

padre no dejó mucho más de cincuenta mil du

sido cuando joven, primero criado, luego cobrador y más tarde dependiente y hombre de confianza del padre de Reynoso. Cuando éste hizo quiebra, gracias a la reputación de honrado, activo e inteligente que había adquirido entre los hombres de negocios se abrió pronto camino en la Bolsa, montó una casa de banca y logró adquirir un capital considera

bras del cuarto?

ir en la vida algo elegante o cómodo, algo parecido a lo que en otras naciones es ya

íficas casas en Madrid y ambos les habían ofrecido habitación en cualquiera de ellas; pero Tristán había rehusado la oferta de su tío y Clara

eparativos matrimoniales. Tristán se mo

? Parece que es

n general no encuentro en la vida gra

los que son demasiado

-preguntó distra

ano a tus padres hallaste en tus tíos un afecto parecido y una vigilancia igual. Los éxitos universitarios comenzaron a halagar desde ni?o tu amor propi

abido un esfuerzo cuando se ve un resultado; pero aquellos otros que no han logrado cuajarse en el espacio, tomar cuerpo y gozar de la luz,

ero son todas ellas legítimas? ?Todas deben realizarse? Mete la mano en tu seno y verás que muchos de tus deseos no

artir la felicidad con t

os demás fuera la nuestra; si sup

cajada. Don Germán se

oy en disposición de medirme con los que co

ifica. No sé por qué puerta o balcón podemos salir fuera de nosotros mismos... Es decir, he averiguado que haciendo u

Pero volvamos a ti. Por un don gracioso de Dios tú eres de los pocos que aun encerrados en sí mismos encuentran la dicha. Después de todos los elementos de felicidad de que hemos hablado te enamoras

opio de Tristán. Disimuló, sin embargo, lo e

exuberante, amplias caderas ce?idas por una falda corta de color gris, calzada con botas altas y llevando colgada del hombro una primorosa carabina. Recordaba por su arrogancia la estatua de Diana caza

raron y brillaron con alegría. A Tristán

ierto este par de piezas... ?Tira, tira

en acercándose a él y dán

o. Mira que la otr

se rub

rá de nuevo al tiro com

o su mano a Tristán que

or lejos que me vaya el t

e Fidel levantó los dos. ?Pan! Tiro al primero y cae a la orilla. ?Pero el otro...! El otro estaba ya en lo alto en medio de la charca. Disparo sin esperanza alguna y con gran sorpresa le veo

Tristán la miraba embelesado, admirando en lo íntimo de s

ue has alcanzado con los

puesto qu

ería. Ese ánade como el otro y como todos los demás que

ía!-replicó la joven r

mó a los perros para que le acompa?asen. Los animales salieron gozosos en su compa?ía, pero viendo que Clara se quedaba vacilaron unos instantes, lad

ma, Clarita; yo quisiera morir de un tir

mí me gusta tirar de la

nte a ella delante d

porque cuidado que es aburrido eso de cazar! Yo no salí más q

mó Clara en el co

s rigores del sol y a veces los de las nubes, caminar todo el día con la lengua fuera, caerse, pincharse, ensuciarse,

y del círculo; no gozas con el sol porque vives la mayor parte de la vida con luz artificial; te repugna el caminar porque has estado demasiado tiempo tendido en las butacas

soy capaz, no diré de cazar patos y conejos, sino hasta tigres y leo

. Bastará con que alguna vez me acom

rías el de la salud y de la fuerza. Dice Gustavo Nú?ez que si me di

ha visto tu ami

ando íbamos de c

r muy burló

más gracioso

algunos a?os había obtenido primera medalla en la Exposición, un hombre de mundo, elegante, fino, culto ?y con

podía producir efecto en una naturaleza sencilla y recta como la suya. Así que cuando Tristán dio tregua a su panegírico desvió la conversaci

plicente. Clara lo observó, pero como ya estaba acostumbrada a estos cambios repentinos de humor, que rara vez persistían largo tiempo, no hizo e

nto eras más suave y más blando que una piel de liebre y

o de indiferencia y

go que pudier

mo sil

ijo con energía haciend

lla sus ojos con e

do el mundo pone empe?o en hacerme comprender que debo estar no sólo satisfecho sino muy agradecido a que se me conceda t

as, Tristán, tan feas

o tanto por amor como por tu dote... Hace un momento tu mismo hermano me decía que debo estar satisfecho porqu

los muchos que tú tienes... Y si Germán hubiera pronunciado esas palabras lo habría hecho burlando y sin int

se dentro de él. Yo he navegado siempre con las velas desplegadas en un mar de aceite, iluminado por el sol radiante, empujado por la brisa y acompa?ado de las musas y las gracias. Estoy acostumbrado a vencer; he hallado en

r con la ofensa que has

nes más o menos embozadas a tu fortuna presente y futura. Esto hiere mi amor propio

stimas lo bastante para suf

e de mole

sa niebla que cae sobre las charcas y

la naturaleza me ha hecho. El gozo de unirme a ti

e buscas un pretexto para romper nuestra unión. No te esfuerces tanto, porq

e que están llenos al parecer tus parientes y tus amigos. ?Me devuelve

r a su dignidad un golpe de pronóstico reservado. La joven se puso pálida y

descendencia. Se vieron a menudo, unas veces en casa de Escudero, otras en el Sotillo, adonde éste solía ir con su familia algunos días. En cada una de estas entrevistas el sabio ateneísta perdía un poco de su majestad. Esta ruina llegó a tal punto que hay quien asegura haberle visto pegando calcografías en los cristales en compa?ía de aquella ni?a grande y, lo que es más absurdo, ella dando a la cuerda sujeta a un árbol por el otro cabo y él con las mejillas inflamadas y los cabellos pegados a la frente saltando y gritando ??tocino! ?tocino!? Realmente hay cosas que la imaginación no puede representarse. Preferimos creer que ésta es una de tantas calumnias a las que han estado siemp

en popa, aunque durante más tiempo de lo que los novios hubieran deseado. Reynoso se opuso resueltamente a que su hermana se casase antes de tener diez y ocho a?os. Iba a cumplirlos y su dicha a colmarse. Porque r

abían tenido nunca habían llegado a palabras tan agrias, cuando entraba Elena en su busca. Al verla d

?ido...? ?Qué feo, qué

la y estalló en sollozos. La estupefacción

a mi hermana, caballero...? ?Dígalo usted ahora mismo

patibilidad de sus preciosas manos con los bigotes masculi

asfixiar. ?Lo oye usted? A mí no me gustan los besugos ni cru

firió el jove

sentarse en ella y cubrió su rostro de besos. Después v

ué...? va

Clara algunas pala

dice usted a Clara p

nin

un hombre atrevido, intratable, digno de que le vier

nve

e es un novio fastidioso, an

conf

decir en adelante a Clara más

prom

perdón de su fechoría que n

tapándose los ojos con la mano-, perdóname lo que te he di

dir perdón es ese...? Hágame uste

camente el suelo con su índice. Las me

queda todavía un poco de vergüenza... Saque usted el pa?uelo y

delante de su novia s

. Digo no... No se la d

o a los pies de la joven

e a ese antipático, muerde a

nazador y estaba a punto de arrojarse sobre el soso. Cl

eto,

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