La esposa que intentó borrar
de A
ez un símbolo de refugio, ahora se sentía como la entrada a una tumba. Saqué el boleto a San Miguel de Allende, su superficie lisa una
iliar en las últimas semanas que había descartado como estrés. Tropecé hacia el baño, vomitando en el inodoro. Cuando el esp
lia Figueroa, estaba impreso en la parte superior. Y luego, una fecha. Semanas atrás. Antes de la gal
sabía. Lo había sabido todo el tiempo. Me lo había ocultado. El hombre que me había mostrado tanta crueldad, el h
o único tangible que quedaba de los restos de mi vida. La única persona que realmente sería d
un nuevo propósito. Las náuseas regresaron, pero esta vez,
ó la respiración. Su rostro era ilegible, una ex
z más suave de lo que
provista de emoción. Sostuve el ultras
ligeramente, luego su
abios. «Mientras desfilabas con tu amante, mientras me humillabas,
a. «Adelia, estaba tratando de protegerte. Hay mucho estrés en este momento. La
s de mi compostura desmoronándose. «¡Esto no son
escúchame. Necesitamos ser racionales sobre esto». Hizo
mis pulmones. «¿Qué?», susurré, tem
lofriantemente tranquila. «Nece
», chillé, agarrándome el estómago. «
nuevo concepto. Una instalación sobre la 'nueva vida'. Quiere usar... el feto. Dice que eres su 'musa d
nuestro hijo. Nuestro hijo no nacido. Como arte. Para su ama
endo por mi rostro. «¿Quieres matar a nuestro bebé para
as estén menos caóticas. Ahora, deja de ser difícil. Mis hombres están esperando». Hizo una
ián, por favor! ¡No hagas esto! ¡No le hagas daño a nuestro bebé!», supliqué, mi voz
e hacia la puerta. Luché, pateé, grité. «¡Por favor! ¡Mi bebé! ¡Nuestro bebé! ¡Damián, recue
por el bien de todos, Adelia. Para
de nuevo. El olor estéril, la fría eficiencia clínica. Estaba en una camilla, atada. Luz blanca. Instrumentos. Manos
bló. Recordé la mano de Damián en mi estómago, meses atrás, susurrando sobre una gua
n vacío hueco. Se había ido. Mi bebé. Mi única esp
ión me golpeó como un golpe físico. El niño se había ido. Mi cuerpo se sentía como un fantasma, un recipiente hu
ni familia. Me levanté, mis movimientos lentos, deliberados. Aga
la puerta. Que se lo quede. Ya no significaba nada para mí. T
guiando mi mano. El titular ardía en la pantalla: «La controvertida instalación 'Nueva Vida
n. Para el «arte». Una ola de agonía pura y sin adulterar me invadió. Quería gritar, enfurecerme, romper la pantalla. Pero n
con trajes negros. La sangre se me heló. Esto no podía estar pasando. No otra vez
uri
a. El aire estaba cargado con el olor a desinfectante barato. Un solo foco me apuntaba, hacié
esprovista de emoción. «
era fuerte. «¡Asesinaste a nuestro hijo, Damiá
ncluso su familia se está distanciando. Necesitamos control de daños. Vas a salir en televisión en vivo. Vas a decirles qu
Quieres que diga que nuestro bebé nació muerto
mo si eso lo explicara todo. «Y nuestr
e furia. «¡Eres un asesino, Damián
cooperas... esa casa hogar que tanto amas, ¿la que siempre finges que te importa? Sería una pena
sus ojos, fríos y calculadores, me dijeron que lo haría.
taba rota. «Por favor...
», preguntó, un brillo
ndo. «Sí», solté entrecortadamente. «Lo
a. Me senté, mi rostro una máscara de dolor y compostura forzada, recitando las mentiras que Damián me h
psicópata!». «¡Usando a su bebé muerto para la fama!». «¡Asqueroso! ¡Merece pudri
e hizo tambalear. Me sentí débil. «Necesi
mente detrás de mí, me puso una mano en el
orcé una risa amarga y sin humor. Por supuesto que sí. Él si