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La esposa que intentó borrar

Capítulo 5 

Palabras:984    |    Actualizado en: 03/12/2025

de D

su cabeza en mi pecho, sus respiraciones suaves y uniformes. Sentí una fugaz sensación de paz, pero fue rápidamente perforada por

s intentos dramáticos de Adelia para llamar mi atención. Un intento desesperado por ponerme celoso. «Siempre hace esto, cariñ

n emocional. Intenté devolverle la llamada, solo para estar seguro, pero Beryl me había arrebatado

nipularme. Siempre estaba aferrándose, siempre necesitando. Era agotador. Beryl era vibrante,

istas, asistiendo a todos los eventos de alto perfil. Organicé fiestas lujosas para ella, financié su gira de arte global. Su inst

ntía como un drenaje constante. Su «visión» artística a menudo significaba un comportamiento errático, cambios de última hora y arrebatos públicos que yo, como su mecenas,

e sueño, me encontré buscando ausentemente el teléfono. «Adelia», murmuré, el nombre escapán

bía pasado un mes. Eso era inusual, incluso para Adelia. Siempre encontraba la manera

presencia tranquila. Su lealtad inquebrantable. Aparté el recipiente de comida para llevar

n la rendija de luz de luna que se filtraba por la ventana. Había pasado medio me

stoy en el cementerio!

uego. Una manipulación. Pero, ¿y si no lo era? ¿Y si me había equivocado? Se m

tió frío. Mi corazón se estrelló contra mis c

Mi asistente, pálido y tartamudeando, conectó l

z era aguda, teñida de un mi

tenencias. Necesitan que las identifiq

an! ¡Adelia está bien! ¡Probablemente

yatt, creemos que la Sra. Wyatt estuvo involucrada en un incidente relaci

ro. Pero el miedo, frío e implacable, ya había atravesado mi negación.

Dentro, brillando opacamente, estaba su anillo de bodas. El que l

nto de tráfico de drogas a lo largo de la costa», dijo el detective, su voz gra

mente, huecas y aterradoras. Adelia. Muerta. Arrojada al mar. Mir

, no lo está. No puede estarlo. Solo est

traicioneras. Y la naturaleza del crimen... creemos que fue un cárte

er que odiaba la oscuridad, que temía los espacios cerrados. Arrojada al vasto, frío y oscuro océano. Sus últimos mo

me robó el aliento. Sentí un chorro caliente en mi boca. Sangr

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