El Abate Constanín
n fue a buscar al cura al presbiterio,
la llegada de madama Scott, la se?orita Marbeau, directora de correos, y la se?ora Lormier, la alcaldesa, se habían deslizado en el castillo, y sus descripciones enloquecían a todo el pueblo. Los muebles antiguos habían desaparecido; paseábanse
el cura creía que no podía haber en el mundo nada más suntuoso que el palacio episcopal de Souvigny, que los castillos de Lavardens y Longueval... Y ahora comenzaba a comprender, según
gunos pasos por la avenida del
dominios como antes. ?Va a ser demasiado lindo! No encontraré mi viejo sillón de terciopelo marrón, donde tantas veces me dormía después de comer. Y si
ino, os l
Longueval, como las vio en el peque?o comedor del presbiterio? Quizá, en lugar de aquellas dos mujeres tan sencillas y familiares, que se divirtieron tanto en la comida improvisada, y que desde el primer momento lo acogieron con su
a inmensa pieza glacial y desnuda, con sus paredes de piedra, hallábase ahora cubierto de admirables tapices que representaban escenas mitológicas. El cura m
rió de par en par la
os viejos muebles del imperio, que constituían el fondo del arreglo del salón, habían sido reemplazados por unos maravillosos muebles de tapicería de fines del siglo pasa
trar al cura y a Juan,
vos también, se?or... Me alegro tanto de volver a veros
ó. Era la m
os presente a mis hijos
a una linda ni?ita de cinco; ambos tenían los gran
ni?os, Harry, que miraba con admira
debemos besarle
pondió ella,-y
taban instalados en las rodillas d
s ofi
soy o
e q
rtill
l ca?ón? ?Oh, cómo me gustaría oír tira
ía cuando tiren ca?
de muselina blanca, pero ésta desaparecía bajo una verdadera avalancha de voladitos de valencianas. La bata estaba abierta en cuadro por delante. Los braz
e, que Juan estaba militarme
pido mil perdone
se?ora, o
haceros comer tan tarde! Mi herma
elina blanca y el mismo grupo de encajes, la misma
a. ?Me habéis perdonado mi hor
e hacia Juan y te
o me acuerdo de vuestro nombre, y, sin embargo,
n Re
lealmente os prevengo que cuando en realidad seamos antiguo
Scott!? Cuando vio la peque?a mano de Bettina deslizarse bajo su brazo, y cuando ella volvió su delicioso rostro hacia él, pensó: ??La más linda es miss Percival!? Mas pronto volvió a caer en su indecisión
e. ?Montar a caballo era su pasión, su locura! Y era la pasión de Juan también, tanto, que al cabo de un cuarto de hora le rogaban que fuera de la partida para el día siguiente, y él aceptaba con ale
montáis a caballo
dos veces. Por la ma?ana para el
prano por
cinco y
y media toda
epto el
s os leva
cuatro
es d
este ti
osotros terminamos nuestra jornada muchas veces a la ho
su existencia recta ante sí, con sus
Scott,-?no ser due?o de sí,
ay nada más fácil que obedecer, y, además,
erto debe ser
ice es que él es el oficial más di
ino, p
, iba a lanzarse en el panegírico de su ah
os. Hemos cometido la indiscreción de tomar informes sobre el se?or... ?oh! ca
sidad de saber
o quiero haceros ruborizar, y o
ndose hacia e
cura, hemos pedido datos.
e es bien ciert
apenas acercaba una mano temblorosa, pues temía ver derrumbarse todo de un golpe: los castillos movedizos de gelatina, las pirámides de trufas, las fortalezas de crema, los baluartes de pastelería, las rocas de helados. El abate Constantín, si
o del viejo reloj de la aldea que daba las nueve. El parque no conservaba ya más que líneas
obre la mesa una
?-pregun
se?
. Tanto peor, ya lo dije. Toma
mientras le presentab
vuestro tutor, ha ido a ver a mi hermana, en París, para el pago del castillo, y nos contó lo que habíais hecho después de muerto vuestr
biros hoy. No a todos habríamos dispensado la misma acogida, os lo aseguro. A
a caja de cigarros en las dos manos, y los ojos fijos con toda franqueza en el rostro
stoy mirando a u
ma Scott,-ante esta preciosa noc
, después del inmenso bullicio de París, ?es adorable! Quedémono
anquilas, en calma, en absoluto olvido de su existencia de la víspera, tomándole c
miss Percival le habían causado una profunda emoci
destia de Juan a tan ruda como grata prueba. ?El abate quería tanto a su ahijado! El más tierno de los padres no
de bendiciones: soy sa
llaban poco a poco. La meditación volviose pesadez, y la pesadez somnolencia; pronto el desastre fue completo, irreparable. El cura se d
ante los grandes sillones de mimbre cubiertos de almohadones. Luego se recostaron perezosamente en los sillones, y sus vestidos de muselina se levantaron un poco, muy poco, pero lo bastante, sin e
on los más
este problema, Bettina, de r
Juan, se
e?o
?or cura, se
mío! yo ten
ulpa?-preguntó madama Sc
dejara dormir. Frecuentemente, en casa de madama de Longueval, después de comer, dormitaba
jo Bettina.-No hagamos
, se?orita; pero la n
a resfriarse. Esperad,
ar despertarlo discretamente para que n
mos algo, juntas, a media voz primero, lu
ero ?qué
childish... La letr
anas comenza
but two l
ittle feathe
encio una exquisita sonoridad. El abate no oía nada, ni se
padrino no se d
uían más clar
sleep to
with you in
continuab
... es un crim
.. ?Más alto,
jaron estallar lib
ot, though a
wake ere brea
ud, respiró... nadie, evidentemente nadie, había notado que él dormía
ta la peque?a puerta del parque, que daba a la aldea, a un centenar de pasos d
ma?ana, de llegada, encontramos en el camino a un joven alto, delgad
honor de seros presentado, pero algo ligeramente; por
o uno de estos días
.. pero vos, es extraordinario, no sé cómo sucede esto; pero vos no sois nadie para nosotras... El cumplimiento no está muy bie
ois, se
dad de hacerme comprender bien. Hast
ival tomaron pausadament
bien fuerte... Lo esper
os, ?p
gura, que he demostrado muc
el primer día, me hizo la mejor impres
mí ta
emos bien en aplicarnos las
l primero, positivamente el primero, en cuyos ojos no he leído con claridad esta frase: ??Se?or, Dios, cuán contento estaría yo si pudiera casarme con los millones
ver a sus hijos, y
largo tiempo de c
,-que voy a tomar c