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El Abate Constanín

Chapter 6 No.6

Word Count: 2114    |    Released on: 06/12/2017

lo de Lavardens esperaba a Juan en el patio del cuartel. Apenas

manejaba cuatro poneys negros, ?con un desenfado! Las saludé... ?Has hablado de mí

ponder! ?A qué p

a úl

e llevo a

S

. No quieren ver a n

verás a Longueval

tía de la iglesia. Y a más descubrieron que yo podía prestar peque?os servicios; conozco muy bien los caminos, y van a utilizarme como guía. En fin, yo no soy nadie, mientras que tú, Conde Pablo de Lavardens, tú eres alg

menos cierto que durante estos diez días toma

una v

nta belleza, tanto lujo! ?Oh... el lujo quizá más que la belleza! El lujo en ese grado me aturde, me trastorna. Los cu

Bet

si mamá no me hubiera detenido!... pero estoy pronto para volver a empezar. ?Ah, cuán feliz sería conmigo! Le haría pasar una existencia de princesa encantada... En su lujo vería el gusto, el arte y la ciencia de su marido. Pasaría mi vida en componerla, engalanarla, emperifollarla y pasearla triunfante a través

o, te lo

á, he ganado el corazón de una preciosa persona, cuyo mayor defecto es poseer un capital de unos veinte millones y una renta de dos o tres millones... Se exagera siempre que se habla de centenares de millones: para mí yo sabré las verdaderas cifras, y eso me basta... Esa noche, mamá se quedará encantada, porque en resumidas cuentas, ?qué desea ella p

No pienso ni p

eso estoy conforme; pero por más que digas y hagas... Escuc

-respondió

que digo... ?Hasta la vis

sipó, como por encanto, la ligera turbación que agitó su alma en el primer encuentro. Preparábase a volver a verlas con mucho pla

aría de no ver demasiado la belleza de Zuzie y Bettina; trataría de no perderse, como lo hizo la víspera, en la contemplación de los cuatro piececitos colocad

y Juan vivieron con la misma vida, en la más estrecha y confiada intimidad. Las dos hermanas hacían por

ía por ambas la misma abnegación, idéntico afecto, y era completamente feliz, estaba completamente tranquilo

rcarse el día que traería a Longueval a los Turner, los No

de la tarde, cuando Juan vino al ca

no es nada; ma?ana estará bien; pero hoy no me atrevo a salir sola

nte-respo

a despediros, y

que creía poder pasar con vos. ?Pero ya que es pr

hadme. Teníamos intención, mi hermana y yo, de bloquearos esta noche después de comer, en un rincón del salón, y entonces mi hermana tomaría la palabra para deciros lo que voy a tratar de expresaros a

ita, yo soy quien

vimos el placer de encontrar amigos, sí, amigos. Vos nos habéis llevado de la mano a casa de nuestros inquilinos, de nuestros guardabosques; en tanto que vuestro padrino nos llevaba a ca

os servicios que mi padre y mi abuelo les prestaron. Además, soy de su raza, de la raza d

ecéis estar or

loso ni h

que mi bisabuelo también era agricultor en Breta?a, y se trasladó al Canadá a fines del sig

me veré obligad

or

ción en guarnición... pero cuando sea un viejo comandante o un viejo coronel

mpre

solo? Espe

intención

ramen

s con quié

casarse, pero no debe b

sí, os lo aseguro; sin ir más lejos

mo s

ria! sois lo que se llama un buen par

os lo

e?or

o mal-dijo Juan, co

tan contento como cuando hablaba de vos; entonces, por la ma?ana, en nuestros paseos, cuando estoy sola con él, para darle gusto, le hablo de vos, y él

a no enojarse por las

o mil franc

nos, no c

treinta mil francos. En fin, tenéis una exce

mi mano?.

ta gente es la misma cosa! Doscientos mil francos por un lado, trescientos mil por otro. ?Según parece es una su

e dos precios

, eso se d

pues yo me resistía, me obligaron a conversar

ento

o, no experimenté ningún sentimient

mente Bettina,-ni la

i cuartujo de soltero; pues pienso que vale más n

bién l

, con gran sorpresa de ambos, no encontra

y Bella se precipitaron al salón

?estáis ahí, se?or Juan, v

acaba de llegar de París, trayendo para los ni?os u

n efecto, eran dignos de figurar en

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