Honor de artista
as se?
esca, para después del almuerzo, y se fue a la estación inmediatamente con el fin de esperar a su amigo y presentarlo a la baronesa. Encontraron a la se?ora de Montaur
la se?ora de Montauron la retratada. Sin embargo, no había que hacerse grandes ilusiones acerca de la acogida de la lectriz, quien sin levantarse
más amable sonrisa-, y muy orgullosa de que mi retrato sea hecho por mano tan
e?o
jista... Hay en los alrededores puntos de vista deli
firmemente que no tengo nec
elos hablen durante la sesi
e me ofrecerá la ocasión de darme
naturaleza muy habladora
?ora-dijo Beatriz s
?or? no se que
os las colas de sus vestidos, que por aquellos tiempos se tenía el buen gusto de llevar más largos que ahora, y presentaron sus frentes a los besos de la baronesa, mientras que otr
baronesa-. Beatriz, en seguida mi tarro de sales; luego, q
e Pierrepont, tomando vivamente aquel
ió al momento que la lectriz palideció ligeramente y que por
?ó después a Fabrice a sus habitaciones, pero an
es esa se?orita que l
de Sardonne. Una pobre huér
abías habla
e... No ha habido ocasi
eres
illa... He aquí tu instalación,
de saloncito y dormitorio, cuya comodidad y buen gusto ponderó mu
ensayó de interrogar de nuevo a Pierrepont sobre los antecedentes, la situación y el carácter de tan misteriosa y atractiva persona, pero no insistió c
confianza en tu buen gusto y en tu penetración es absoluta... Así me ayudarás en esa elección terrible a que por fuerza tengo que decidirme para no enajenarme la buena voluntad de mi tía... Ya ves que ha llamado a concurso de toda la E
os son de todo punto ajenos. Fíjate, para comprender esto que te digo, en lo que pasa en nuestros talleres: cantantes de café-concierto nos proporcionan cabezas de vírgenes... muchachuelas incapaces de coordinar dos ideas vienen a resultar el tipo de una de las musas... viejos pillastres de la más baja ralea conviértense en santos y en apóstoles... Y es que todas estas fisonomías son para nosotros meramente subjetivas. No vemos en ellas más que lo que nosotros les
ómo hay parecido?-p
por lo general todas las gracias de una amante están menos en ella que en la vista de su enamorado. Así, pues, Pedro, no cuentes con mis luces para guiarte en tus delicadas maniobras... temería extraviarte... Pero esto no quiere decir que no me presentes a esas se?oritas, aunque te aseguro, aquí entre nosotros, que me dan miedo... Solamente lo que sí te suplicaría es que lo dejases para ma?ana... esta noche me siento
de par en par las puertas de los salones y de la alta sociedad parisiense; pero, como la mayor parte de aquellos que nacieron fuera
n mandó llamar a su sobrino, y cuando éste se presentó a l
salud, tía
irte que no estoy descontenta de tu grande hombre... el pintor... un poco corto, un poco tímido... ?pero en estos hombres de talento
vación... Esta pléyade de sílfides me causa un c
n fin, hace ocho días que vives en la intimidad de ellas... ya habrás sen
o días es poco tiempo
tas, según tú, para adq
... algunas sem
rás un siglo, y no por eso estarás más adelantado... Una joven, hijo mío, es lo más impenet
mbargo
, es necesario entregarse piadosamente a la Providencia... si tienes en cuenta que no está todavía en uso de tomar las mujeres a prueba como los caballos... por más que se anuncia una ley estableciendo el divorcio absoluto...
iado incandescente para mis gustos... dicho sea c
encia a tu edad... Generalmente, los azules son los peores... Y esa adorable ame
... y después, ?no le parece a usted que tanto ella c
la, de esta encantadora miss Nicholson...
.. pero su padre vende
es de la se?orita de Aurigney? ?qué r
, sin duda... ?p
n te asustaba... ahora es lo contrario... ahora es el hielo... ?pero, ento
a, que la se?orita de Au
or creer que tus dificultades reconocen p
ide que le manifieste mis impre
objeciones a todo, y objec
ara hacer reír a
y la se?orita de Chalvin... un poco aturdida
hija tiene un excelente carácter; verdad es que ni su padre ni yo la contrariamos
... llegamos a mi predilecta... ?una perla, hijo mío!... No, lo que e
sin duda alguna lo m
digo ella; su misma institutriz es una persona ejemplar... una verdade
ometo a u
o que escribir... mira,
baronesa, se ocupaba en preparar su paleta. Después de haberse cerciorado por sí mismo de que nada faltaba para la comodidad de su amigo, Pierrepont le daba algunos detalles históricos y arqueológicos acerca de los Genets, cuando se interrumpió de pronto al oír risas y femeniles voces bajo las ventanas del departamento; aproximóse rápidamente a la ventana del saloncito, que ocupaba una de las torrecillas de los ángulos del castillo
. ni entre ventanas... pero, en este caso, la tentaci
ejemplo!-repuso Fabric
creerse, a uno de los jardinillos de bajo la torre con el fin de evitar el sol, y se paseaban del brazo protegidas por
quí para charlar, ?
ero acento inglés-. Se está muy bien... sobre todo, puede una ponerse a tiempo en gua
encuentra a menudo con la madre de Georgina, que fue también actriz en sus tiempos... y mi hermano nos contaba el otro día a mamá y a mí que una de estas noches pasadas había encontrado en la escena, durante un entreacto, a la madre de Georgina..
a-dijo la li
luquero es todavía más d
historia del peluq
itubeó un
iana riendo-: ésta es realm
uego, que
mente... es demasiado... no puede pasar... La dejaremos para una
. Mariana cortó una rosa
ue llegó ayer, q
de genial en la fisonomí
eca-. El otro... ese sí... el amigo Pedro... ?ese sí que quisi
ría un tanto pel
prima la de Aymaret, que le ha dado su corazón... etc. Digo, así se dice, yo no sé si es verdad... lo
hosa con su marido la pob
va? Y si no, vea qué bien se entienden los Laubé
e los dos caras de entierro... ?mire us
nas! ?Y peor a
sí?-preg
ias?... El se?or de Laubécourt tiene pasión por los ni?os, en ta
or qué,
ujer que ama la sociedad... segundo, porque cuando se es bonita desea conservarse
Mariana, ?a m
eció como que explicaba algún trascendental mi
re pensativo-por qué el se?or de Laubéc
es que casi todas las noches, en su cuar
qué! ?Y qué es lo qu
responde... ?chito!
cajada, y como la campana anunciara el alm
rprendido curioso diálogo cambiara con Pierrepont frecuentes y edifi
editiva se?ora, est
el marqués-, no es una
ivamente el pintor-
insti
-acentuó Fabri
ilamente a prep
as las virtudes... Verdad es que a?adía que era muy instruída... en lo que, como has visto, no se equivocaba... Cuando pienso que tal vez me hubiera decidido por ella, siento escalofríos... Ahora comprenderás por qué razón he prescindido de t