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Honor de artista

Chapter 10 No.10

Word Count: 1913    |    Released on: 06/12/2017

iden

rillante hombre de mundo cual era el marqués. Habiendo mostrado éste una muy natural reserva en renovar sus visitas a la joven pareja, el pintor le dirigió reproches y lo mortificó a este respecto de una manera hasta enojosa; de todas las involuntarias torpezas en que incurrir pudo ante los ojos de su mujer nuestro pintor, no fue ésta la que menos dejó de chocarle, porque olvidando que Jacques ignoraba en absoluto el recíproco secre

mujer tiene la desgracia de no amar a su marido, encuentra siempre motivo para atenuar a sus propios ojos la sin razón que su conciencia íntim

arido; persistió, pues, en la conducta que de antemano se había trazado al prever, más o menos tarde, la vuelta de Pierrepont, y fue para ella tanto menor dificultad tene

radiante valle del Sena, mientras que a sus espaldas desarrollábase el siempre grandioso panorama de París. La planta baja se abría sobre un vasto jardín que bajaba hasta el río en suave pendiente a través de bosquecillos y malezas llenas de gracia en medio de su abandono un tanto agreste: próximo a la casa cierta especie de colgadizo, grande y acristalado, servía a Jacques de taller. En la parte baja del jardín una espaciosa avenida rectilínea, bordeada de arrayanes entrelazados, parecía por su grandioso estilo ser el resto de un parque de cualquier antiguo castil

ncontrarte en la ala

después de h

sperada... La pobre baronesa, que se lison

tornando violentament

gota al corazón... Pierrepont me envía un

al, la miraba con aterradora fijeza... débil contorsión plegó sus labios, apoyó

ción para ser oída, arrodillóse delante de la joven desmayada e hízole respirar su frasquito de sales, prodigándole

ido?-murmuró

su nítida frente de diosa y la

ya me a

vaya y llame

inútil... Está en París..

óm

inclinando con de

es ya lo último!-dijo en

de Aymaret la m

No te explicas la emoción que

mprendo... ?per

ro prométeme que lo que voy a decirt

o me das miedo... ?qu

que lo desheredaba si se casaba conmigo... y hoy ha muerto... ?entiendes?... ha muerto algunos meses después de mi matrimonio con otro

entre sus manos y

casado con Fabrice por un arrebato de amor, fue esta revelación tan nueva, tan imprevista, que en

amiga mía!... ?Pobre amada mía!

no hacía un a?o entre ella y la baronesa de Montauron, el jur

vendríamos, hoy a estar en el mismo caso... ?Su ruina estaría consumada, teniendo yo tal vez un día que sufrir sus reproches!... ?No, eso no!... Mi única f

ado, que es al mismo tiempo un hombre de corazón y un

uedo... Juzga mi situación-re

de estas peque?as miserias comparándolas con los dolores realmente trascendentales de la vida, exponiendo con mucho acierto a Beatriz que para borrar esas ligeras faltas de educación

uiera a su hogar, perturbador amor que la desalentaba en todos sus propósitos emponzo?an

e decir!-repl

ntender que ella tuvo necesidad de hacer un análogo, hacía algunos a?o

mía, que yo hubiese te

ó Beatriz, a quien esta misteriosa revel

ive en la misma esfera social... No... pura y simplemente he cambiado

miró de h

pont!-le dijo c

.. pero se parecía algo al que has nombrado... Por otra parte, puedes estar tranquil

rajo hacia sí tiernamente a su amiga, besán

mujercita, y yo soy un pobre ser débil y despechado... No hay mal que por bien no venga: siquiera ahora tengo el consue

licó la se?ora de Aymaret riendo-,

las dos amigas

nes de la se?ora de Aymaret, era imposible que Beatriz no se sintiese profundamente turbada por las reflexiones que forzosamente había de sugerirle la

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