La Barraca
I
LEC
e 1895 tuve que huir de Valencia, después de una manifestación contra la guerra colonial, que deg
escondido algunos días, cambiando varias veces de refugio, mientras mis amigo
e vivía con su madre. Durante cuatro días permanecí metido en un entresuelo de techo bajo, sin poder asomarme á las ventanas que
e interés. Luego, para distraerme, quise escri bir, y tuve que emplear los escasos medios que el due?o de la casa pudo poner á mi disposición: una botell
os, que vi muchas veces, siendo ni?o, en los alrededores de Valencia, por la parte del Cementerio: campos utilizados hace a?os como solares por la ex
í á Espa?a, y un consejo de guerra me condenó á varios a?os de presidio. Estuve encerrado más de doce meses, sufriendo los rigores de una severidad intencionada y cruel. Al ser conmutada mi pena, me desterraron á Mad
a tarde, después de hablar á los marineros y cargadores del puerto, cuando terminado mi discurso tuve que responder
ue me había servido de refugio. Mientras estas buenas gentes recordaban emocionadas mi h
i primera intención fué enviarlo á El Liberal de Madrid, en el que colaboraba yo casi todas las semanas, publicando un cuento.
cio telegráfico, tenía el director que trabajar hasta la madrugada, ó sea hasta que, redactados los últimos telegramas y ajustado el diario en páginas, entraba
n nacido, fuí escribiendo los diez capítulos de mi novela. Nunca he traba
: LA BARRACA. Primeramente se publicó en el folletón de El Pueblo, pasando casi inadvertida. Mis bravos amigos, los lectores del diario, sólo pensaban en el
ía simple librero de lance, publicó una edición de LA BARRACA de 700 ejemplares, al precio de una pes
a como traductor, luego de haber vertido al francés las obras de D'Annunzio y otros autores italianos. Me pedía autorización para traducir LA BARRACA, explicando la casualidad que le permitió conocer mi novela. Un día de fiesta había ido de Bayona á San Sebastiá
fiere á la puntualidad epistolar, dejé sin respuesta la carta de este se?or. Volvió á escribirme, y tampoco contest
r francés-me decía todas la
as consecuencias me impedía escribir á mi futuro traductor. Al fin, pude enviarl
licado la traducción de LA BARRACA, novela del diputado republicano Blasco Ibá?ez, con u
olpe á ser novela célebre. El insigne periodista Miguel Moya la publicó en el folletón de El Liberal, y luego empezó á remontarse, de edición en edición, hasta alcanzar su cifra actual de 100.000 ejemplares, legales. Digo ?legales? porque en Amé
la historia de esta novela, tan unida á mi nombre. Para las gentes amigas de clasificaciones, que una vez encasillan á un autor ya no
y yo nos repartimos 78 pesetas, ganancia líquida de la obra, llegando á obtener tal cantidad gr
Werewolf
Romance
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