Torquemada en la hoguera
ada que más bien le hacía parecer enano que ni?o. Sus ojos eran negros y vividores, con grandes pesta?as como alambres y resplandor de pillería. Pero su boca daba miedo de puro fea, y sus or
ni pintada para gabán. En el cuello le daba varias vueltas, á manera de serpiente, un gui?apo con aspiraciones de bufanda, y cubría la mollera con
San Miguel, fué también metida en líos de justicia, y después de muchos embrollos, y dimes y diretes con jueces y escribanos, me la empaquetaron para el penal de Alcalá. Aún quedaba á Pacorrito su hermana, pero ésta, abandonando su plaza en la Fábrica d