Torquemada en la hoguera
acorro y quién era aqué
ustria, y por las noches se iluminan con la resplandeciente claridad del gas. Entre estas tiendas, la más bonita es una que pertenece á un alemán, siempre llena de bagatelas preciosísimas destinadas á grandes y peque?os. Es el bazar
Sus rostros eran de fina y purificada cera, y ningún carmín de frescas rosas se igualaba al rubor de sus castas mejillas. Sus azules ojos de vidrio brillaban inmóviles con más fulgor que la pupila humana. Sus cabellos, de suav
a de sus rodillas, hombros y codos, cuando el alemán las sentaba al piano, ó las hacía tomar los lent
belta, la mejor vestida, la más se?ora. Debía de ser mujer de elevada categoría, á juzgar
la vió; y más de una hora estuvo plantado ante e