La Herencia de Alba
pte
callejera? Levanté la mirada dispuesta a deshacer el malentendido y descubrí una media s
el reto, aunque desco
no me arredraba por una bagatela como aquel
asaré a r
buscar la carter
ntregar el trabajo -rec
dinero porque era de mal gusto, aunque no se mostraban melindrosos si les caía de Cuba. Otra cuestión era la identidad del caballero. Anduve el resto del día con él en la mente: esos ojos tan expresivos, tan observadores, tan burlones y retadores. ¿Por qué? No me conocía de nada. Y estaba casado, era padre. No, era viudo. El chiquillo dijo que su madre había fallecido. Intenté centrarme en los preparativos para la cena del sábado, en la que nos reuniríamos la familia y conocería a la rica abuela, de quien conservaba un vago recuerdo de niña. Por lo que había oído a mi padre y a la tía María Ángeles, era una mujer severa y fabricaba millones con el azú
. La marea había cambiado y me situé más arriba. El
con simpatía-. He t
mó el señor-. Estos amigos, en cuanto a
en torno a él. Monté mi estudio al aire libre con las alabanzas y las buenas críticas de fondo. El cambio de sitio a causa de la marea me ob
en un día? -me pregu
da. Nunca me lo había pla
ó asiento en una silla que h
qué no
emocionó el marido, quien se co
No importa, yo lo cambiaré. Primero, la señ
. Me sentía útil. Como era habitual, me concentré en las facciones que tenía delante y tracé el esbozo de la señora. Con el marido surgió mi chispa
do informal? -Se
trata de un recuerd
apliqué con el recuerdo de la expresión del hombre, que reveló sus sentimientos en el breve instante de satisfacción. Terminé el trabajo con el lápiz, levanté l
e nuevos encargos y se d
cio. Podrá pagarse
bienestar -dije con voz neutra y e
e nuevo intuí ¿admiración?, ¿diversión? Antes de hallar una respuesta,
la señora como en el de Miguel ha captado la esencia de la persona. -Su m
invitación? No lo
amargura?, ¿rencor o soledad? Está en
í incredulidad, vulnerabilidad de qui
izara un análisis psicológico propio de una aficionada. -
no me habían llamado. Furiosa y avergonzada, recogí y me encaminé hacia el paseo justo a tiempo de evitar un encu