La Herencia de Alba
pte
. Allí se habían dado cita la mayor parte de los caballeros, huyendo del calor de los salones por lo que imperaba el color negro d
solicitado
oreja y me trajo a la mente otra afirma
los hijos de los amigos de mis padres. Aunque no me atrajera ningún joven ni el tipo de vida que se desea
Al
desde un extremo, rodea
saludar a unos conocidos y m
o a la pared, charlaban unos caballeros a los que no presté atención. Las amigas de Ruth eran igual de int
sucumbe a los halagos del
. ¿Qué os interesa más:
a interesante? -Se a
más sus voces que las de mi grupo, así que hablé en voz más
tres bailes no he acumulado sufic
tes para generar alguna anécdota picante
más hábil que yo en ese campo. N
bía intentado inferirme. Las amigas nos observaron petrificadas.
ta colección de
dido con miradas lánguidas, caer de pestañas y suspiros. El hombre, más cerca de los treinta de lo que a él le gustaría re
da. ¿Me haría el favor de invitarla
puesto a una rival -dijo realmente sor
nza que deposito en usted -in
de Álvaro y, con una sonrisa de
eso -reprendió Rosa-.
mistad la
e desvanece la amistad -recono
y sacrificio por un
: es usted muy ra
achos de los no había oído hablar en mi vida y
ras? ¿No se molestaría p
vemente y descubrí la espalda de mi interlocutor, que se
nversaciones de los vecinos? -Ataqué
cerca y su
usted no
da que decir. A veces es
teresante en la vacua c
ua. Su lengua rezuma
or lo general, pasa desapercibida o tra
el. Comenzaba a sentirme cómoda con el desconocido ante el que podía hablar libremente y
mo, es el Gran Premio -anunció Ruth-. Se
Leo aportaba un aire más inocente a la excursión. Suspiré resignada porque no me apetecía nada, pero no iba a quedarme tod
-Sonreí ante
no en Santander. La casa dormía por lo que bajé sin hacer ruido; me equivoqué, doña Brígida mantenía una taza en alto mientras con la otra mano aguantaba uno de los periódicos que había en una m
nos
as le dé D
madrugadores. Me alegro
ntra mi falta de interés en encontrar
no contestó y volvió al periódico.
rte a nada que no desees. Tienes una personalidad muy fuerte, como yo, pero me apena el esfuerzo que gastas en rebelarte contra
. Mis primos seguían en los brazos de Morfeo y su ausencia me permitía una cie
enamorad
nida. Mis padres nunca se habían molestado por mis
desde niños. Nos compenetrábamos bien
has descrito a un a
taba acostumbrada a que la ondearan en mi cara,
l cariño. No me imagino compartiendo la vida con ninguno de los caball
on mucha seguridad entre los hombres, como si no pudieran alcanzarte por más que lo intenten y temí que te
me gustan la inactividad ni los vagos. Busco mi sitio, ignoro cuál es, pero tengo claro que no es este. No
mente, pero sí en lo importante: eres inquieta y necesitas ganar tu sitio. Me parece magnífico y yo te apoyaré. No voy a marcharme, he
e refiere
egado el momento de conocer l