Historia de una parisiense
desde aquella tarde, y sin más explicaciones, se estableció una amistad r
n en convencerse ambos de que sólo vivían en aquellos momentos en que se hallaban juntos. Comprendíalo ella en la radiante expresión de Jacobo, así que la veía, en la tierna expresión de su voz, en la presión suave y respetuosa de su mano. Veía su empe?o en encontrarse con ella siempre que podía, sin comprometerla, y estábale reconocida, tanto por sus demostraciones como por sus escrúpulos. Notaba que sus gustos habían cambiado
omprometería demasiado? Reprochose tomarle toda su vida, cuando ella no podía consagrarle la suya. Para tranquilizar su conciencia, resolvió heroicamente volv
e el matrimonio, que me parecen muy edificantes; sería lástima que tan bel
que trato de re
ven mirándole co
iera, no podría ser sino vuestro amigo, lo demás sería deshonrarme ridículamente a v
d pueda únicamente llenar la vida de un hombre. Considerome
raban una amiga como vos. Os lo digo, seriamente, vos sois para mí, mi refugio y mi salvación. Hay todavía en mí un desborde de vida, del que he podido tomar mi parte, pero al fin, estoy saciado... Saciado hasta el extremo. Sentíame como sumergido en el fango... En una palabra, ansío un ideal elevado y aun austero, y lo encuent
a despedirse. Aunque la separación debía ser corta, no le fue dado dejar de sentirse emocionada y sin fuerzas. Temiendo manifestar demasiado sentimiento, llevó la reserva hasta mostrarse fría. Admirado de su
sonriendose-que adivi
ea
a decir a mi turno como aque
tendríais razón para hacerlo
voy a decírosla... pues bien, vos me habéis salvado. ?Sin vos, estaba perdida!... Ahora podéis estar seguro de que no deseo perderme con vos... ?Ah, amigo mío, caeríamos de tan alto! Pensadlo bien... Seríamos mil veces
lecían mutuamente cua
ritores del siglo XVII tenían una colocación especial, entre las obras de crítica moderna, y las numerosas colecciones de Memorias históricas. Esto fue el asunto de su correspondencia durante la permanencia de Juana en Dieppe. A su vuelta, consagrose a su biblioteca con ardor, y desde entonces hubo un lazo más entre